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Curioso Empedernido

La extraña bolsa

Hay objetos que parecen tener vida propia. Allí estaba, pero no en el mismo lugar que la había descubierto

  • Juan Antonio Palacios. -

Hay objetos que parecen tener vida propia. Allí estaba, pero no en el mismo lugar que la había descubierto. Se había trasladado en varias ocasiones desde que la conocí hace doce días. Al principio me llamó la atención y sentí una gran curiosidad por saber que contenía. 

Donde ella reposaba, a las puertas de una residencia, habían pasado mucha gente y todos habían ignorado su presencia, los barrenderos, el personal  del Centro que entraba y salía por allí , las familias que llegaban con sus coches para llevar a sus hijos a un Colegio cercano. Ella , la extraña bolsa observaba imperturbable lo que ocurría a su alrededor.

En las primeras horas del día, al asomarme  desde la ventana de la  cocina , llevado por mi curiosidad de junta palabras , por ver si habías decidido continuar explorar otras latitudes, te contemplaba en el mismo lugar. Eras ya tan familiar que decidi bautizarte con el nombre de Solita Abandonada.

Ignoraba que problemas tenías para permanecer quieta y paralizada allí junto a la acera, porque parecías tan triste , ¿Qué contenías?. Una mañana descubrí que tenías un rastro de polvo blanco que aparentaba  toda la pinta de salir de tu interior. No sé si era sal, harina , cal viva o quien  sabe si algún producto estupefaciente que pudiera inhalarse o inyectarse.

Lo cierto es que te envolvía todo un misterio , cómo una simple bolsa había llegado hasta aquel lugar aparentemente tranquilo, y estaba allí como arrugada y rígida a la vez. ¿Cuántas cosas habías visto que no percibían los demás? Tu flexibilidad  a la vez que tu solidez, y ahora tus polvos blancos que parecían llenar tu continente y desparramarse.

No sé si ustedes, queridos lectores, pensarán que este relato que sale de las teclas de mi ordenador es la descripción de una realidad o una pura fantasía de escritor. Había peatones que se paraban, te miraban y parecían hablar contigo y conductores que al salir de sus vehículos exclamaban , ¿Pero qué haces aquí?

Algunas veces estuve tentado de bajar a la calle para hablar contigo, para preguntarte algunas cosas , como por ejemplo ¿Qué te gustaría hacer? ¿De qué hablabas con la gente que se paraba contigo? Pero , he de confesarte que no me atreví, tal vez por el prejuicio  y la mal merecida fama que tenemos de trastornados, aquellos que nos gustan jugar con las palabras y contar historias, inventadas o reales.

En el día 13, y aprovechando que me puede más mi curiosidad incurable , que cualquier tipo de superstición, lo decidí y me dije , “de hoy no pasa”. Efectivamente aquella mañana me había dispuesto a desvelar tus enigmas . ¿Quién era realmente Solita Abandonada?

Bajé a la calle y recorrí con rapidez los 150 meros que me separaban de ti , y conforme me iba acercando algo extraño iba notando. Al estar a tu altura he de confesar que me quedé como hipnotizado. Estaba frente a la bolsa extraña y me agaché para tocarte y sentirte. Entonces me di cuenta de todo, y comencé a comprenderte mejor.

Tú, Solita Abandonada, no sé si habrías llegado allí procedente de un meteorito o de una obra cercana.. Tu visión en la distancia, con tus arrugas y pliegues,  me había transmitido tu categoría de “La extraña bolsa”, tu cercanía  con tus relieves y concavidades me gritaba quien eras realmente, una piedra. 

Todo el tiempo habías sido una piedra que alguien por alguna extraña causa había dejado allí , y nos demostrabas una vez más que por mucho que creamos saberlo todo, hemos de ser humildes, y no hacer juicios ligeros, y reflexionar, porque en más de una ocasión “las cosas no son lo que parecen”.
 


 

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