El máximo accionista del Valencia, Peter Lim, ha cumplido en este 2021 siete años al frente del club de Mestalla en un momento en el que el singapurense ha alcanzado su cota más alta de impopularidad entre la afición del equipo que a las órdenes de su actual propietario solo ha disfrutado de un título, el de la Copa del Rey de 2019.
Su llegada en octubre de 2014 y la situación que atraviesa en diciembre de 2021 solo tienen en común la capacidad que ambos momentos han tenido para congregar aficionados del Valencia fuera del estadio.
Entonces fue para ser aclamado por parte de los que esperaban su llegada como solución a todos los males de la entidad y ahora, muchos de que los que entonces le aplaudían y todos los que no lo hicieron se han manifestado hace tan solo dos semanas por las calles de la ciudad bajo el lema de “Lim, go home” con el deseo de que abandone la entidad convencidos de que lo pueda venir después no va a ser peor.
Ya los primeros años de Lim en la entidad fueron de desconcierto deportivo con entrenadores que no cuajaron como Nuno Espirito Santo, que fue su primera apuesta, Gary Neville, Pako Ayestarán o Cesare Prandelli, durante una etapa en la que Lay Hoon Chan asumió la presidencia.
La primera y única mujer que ha presidido el Valencia en más de un siglo de historia siempre trató de que el club se integrara en la sociedad valenciana y para ello desarrollo diversas iniciativas, pero su etapa finalizó a mitad de 2017.
Fue entonces cuando Anil Murthy, persona de confianza de Lim al igual que Lay Hoon, asumió la presidencia. Se abrió entonces la única etapa de pujanza de la entidad durante la “era Lim” con Mateo Alemany al frente de la gestión y Marcelino García Toral en el banquillo.
La bonanza deportiva se plasmó en la Copa del Rey ganaba en 2019, acompañada por el éxito de la celebración ese mismo año del centenario de la fundación del club.
Cuando parecía que había llegado el momento de dar un nuevo paso adelante a nivel deportivo y por causas que no han sido explicadas con nitidez, las cabezas de Alemany y Marcelino fueron cortadas y el club, con la salida además de jugadores importantes, entró en una etapa oscura de que le cuesta salir.
La inactividad en las obras del nuevo Mestalla, que se encuentran paradas y tal y como estaban en 2014, las restricciones a los accionistas para acudir a las juntas de la entidad o la desconfianza que la propiedad genera entre los políticos valencianos contribuye a que el valencianismo no se identifique con los gestores del club.
El prestigio de los dirigentes que el Valencia tiene en la ciudad está bajo mínimos, la afición les critica en todos los partidos con el minuto 19 de juego dedicado a las protestas tras las dos campañas más recientes que han supuesto un calvario para el equipo y la afición.
El año 2021 acaba con el valencianismo volcado en contra del máximo accionista y del presidente del club y con un equipo que compensa sus limitaciones en cuanto a calidad con un espíritu de lucha y una intensidad que no fue capaz de mostrar en los dos ejercicios precedentes bajo la batuta de Albert Celades hace dos años y Javi Gracia en el último ejercicio.
Ahora de la mano de José Bordalás, el Valencia se ha empezado a convertir en un hueso cada vez más duro de roer para los rivales, pero las prestaciones que ha ofrecido sobre el césped en los últimos partidos no han impedido que la afición aumente día a día su desafecto hacia Lim, Murthy y lo que significan.
Valencia
Lim, con un título en siete años, alcanza su cota más alta de impopularidad
Ya los primeros años de Lim en la entidad fueron de desconcierto deportivo con entrenadores que no cuajaron
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