Se han producido unas elecciones importantes en los dos costados de España. Aunque -hay que decirlo- lo más destacado del fin de semana ha sido la proeza sobrehumana de Rafa Nadal. Un chute de fuerte autoestima nacional y de modelo de esfuerzo que, en el mundo global, ha llegado en directo desde las antípodas australianas. Fue una pena, sin embargo, que en Benidorm “Ay mama” no ganara la selección para Eurovisión, “sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix…no sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas, sin ellas no habría humanidad”. Una ruptura tan humanista siempre es mejor que las canciones de siempre.
De las elecciones en Portugal e Italia las lecciones son tan cortas como contundentes. En Portugal los partidos izquierdistas que se opusieron al presupuesto portugués de los nuevos fondos europeos han pagado su desacuerdo con la obtención de la mayoría absoluta del partido socialista de Antonio Costa, un líder con el carisma sencillo de la naturalidad, en un país menos crispado que el nuestro. Su frase más notoria la noche electoral lo retrata: “Mayoría absoluta no es poder absoluto”. Costa no quería elecciones pero en Portugal el presidente de la República tiene competencias para llamar a las urnas y lo hizo. Las encuestas daban empate, pero Costa arrasó. Portugal también se ha apuntado al surgimiento -modesto aún- de la derecha ultra. Por las elecciones el líder de Chega, André Ventura, no acudió a Madrid a la cumbre de los partidos de la derecha más derecha europea. Sin duda le supone a Vox un éxito la presencia de los controvertidos en Europa jefes de gobierno de Hungría y Polonia porque le ha dado a la cumbre un respaldo gubernamental, por encima de la francesa Le Pen o el italiano Salvini.
En Italia las elecciones afectaban sólo a los “grandes electores” que nombran al presidente de la República. Mattarella, de 80 años, consiguió los 759 de los 1.009 grandes electores, 630 diputados, 321 senadores y 58 representantes nombrados por las regiones. Una mayoría absoluta que hace que el presidente repita mandato ante el desacuerdo de los partidos políticos por encontrar un sustituto. El nombramiento del presidente del Consejo de Ministros, Mario Draghi, hubiera supuesto probablemente la convocatoria de elecciones. Los diputados y senadores han preferido conservar dos años más sus escaños.
