Zapatero se ha propuesto exportar a Europa alguno de los principios económicos y sociales en los que ha basado su gestión en España, como apostar por una economía con más innovación, mantener los niveles de protección de los trabajadores ante la recesión o promover la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos.
Su reto pasa por tejer consensos en una Unión Europea donde la crisis ha consolidado una corriente conservadora, empezando por las grandes potencias, que ha dejado a España como principal referencia de la izquierda.
Este predominio se ha constatado en un Parlamento Europeo renovado el pasado mes de junio en el que casi dos tercios de sus miembros corresponden a formaciones de centro-derecha y que ha ganado peso legislativo con la aplicación del Tratado de Lisboa.
El orden de fuerzas que impera en el espacio comunitario tiene su correspondencia en los altos cargos de la UE y en el equipo de comisarios que tomarán posesión a principios de febrero.
De las cuatro figuras relevantes, tres se inclinan hacia la derecha –el presidente estable del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek-, y sólo la Alta Representante para la Política Exterior, la laborista británica Catherine Asthon, cubre la cuota de la izquierda.
La presidencia española llega además con la inercia de los tres mandatos anteriores que han recaído en países de mando conservador –Francia, República Checa y Suecia– durante el apogeo de la crisis.
Para el secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, este panorama no tiene por qué ser un escollo que impida a España “imprimir un sello progresista” a su semestre, combinando el fortalecimiento de los derechos sociales con el impulso de medidas económicas eficaces para cimentar un nuevo modelo de crecimiento.
“En Europa, lo importante es lograr una mayoría, un consenso de europeístas, por encima de las ideologías políticas. Y estos grandes consensos son siempre posiciones muy progresistas”, opina López Garrido en declaraciones a Efe.
El secretario de Estado considera que “avanzar en libertades, en mayor bienestar o en la creación de empleo de calidad” son metas propias de la izquierda, pero que comparte la “gran mayoría europeísta”.