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Una primavera muy caliente

Lo de la huelga del transporte queda pendiente de que, de una vez y por todas, los que gobiernan se sienten con los verdaderos protagonistas, los camioneros

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  • Protesta de transportistas en la avenida Alvaro Domecq -

Se ha venido la primavera casi sin esperarla, con lluvia y con falta de ojos para leer tantas historias como pasan ante ellos, con falta de oídos para escuchar tantas noticias, no precisamente positivas, como se dan en emisoras de radio y de televisión y con falta de corazones para afrontar tanto daño como el que se está produciendo en esa invasión del hijo de Puttin, de nombre Vladimir, a Ucrania, en esas fatigas económicas que están pasando en este país que se sigue llamando España tanto agricultores, como transportistas, como marineros, como pescaderos, como almacenistas y, si esto siguiese así, el propio usuario que ya comienza a desesperarse cuando llega a cualquier supermercado y lo ve tan desabastecido que, incluso, recuerda las palabras de sus abuelos cuando les contaban sus batallitas particulares y, entre ellas, la de las cartillas de racionamiento después de aquella guerra entre hermanos que desbastó este estado que va desde la Estaca de Bares a la Isla de las Palomas o desde el Cabo Da Roca al de  Creus.

Y de por medio el coronavirus que sigue estando presente, con cifras de contagios y de letalidad diarias aunque el Gobierno haya optado por irlas dando solo martes y viernes en su idea de gripalizar lo que sigue siendo una pandemia, según apuntan los epidemiólogos y virólogos que son los que entienden de fenómenos de salud como lo que estamos atravesando.

Lo de Ucrania, que parecía que iba a ser como la guerra de los seis días de 1967 que enfrentó a Israel, Siria, Jordania, Irak y la entonces llamada República Árabe Unida y que hoy se conoce por Egipto, apunta que se alargará en el tiempo por mucho que se hable de negociaciones, porque las mismas no paran los cañone ni las balas; lo de la huelga del transporte queda pendiente de que, de una vez y por todas, los que gobiernan se sienten con los verdaderos protagonistas que son los camioneros que pagan sus letras y que deben hacer frente a la subida de un gaoil que los pone, según ellos, sin posibilidad de ganar un jornal digno; lo del desabastecimiento dependerá del acuerdo anterior por lo que me temo que las partes se sentarán cuando almacenes y supermercados echen las persianas por falta de productos y la pandemia ya veremos si se frena definitivamente. Demasiadas vías abiertas para una primavera que se presenta muy caliente.


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