El alarmismo creado ante un eventual desabastecimiento preocupa más a los detallistas que la escasez de producto. “No nos falta mucho género, lo que faltan son clientes”, lamenta uno de los comerciantes del Mercado Virgen del Rosario. “Para llenar la tripa, para comer, hay”, apunta otro.
Una clienta del Mercado Central lo confirma. “Vine a por gallo, que es lo que le gusta a mi hijo, y he podido comprar sin problemas y de calidad”, indica junto al mostrador de Rosario Correro, quien explica que no llega pescado del Mediterráneo ni del Norte por la huelga de transportistas, ni tampoco el del Golfo de Cádiz por el amarre de la flota, pero sí de Marruecos. “Faltan calamares o boquerones porque el que hay está muy caro, pero he comprado hasta cinco cajas de merluza y tengo acedías, lubina, dorada, chocos, puntillas...”, enumera mientras señala el género abundante.
Los precios están más o menos igual, subiendo puntualmente en algunos productos del mar, frutas y hortalizas. “Lo que más caro está es el pimiento y el tomate”, admiten en el Mercado Virgen del Rosario, pero, aconseja por la experiencia al otro lado del pasillo, “basta con llevarse un poquito menos”. José Mari, de la Freiduría Andalucía, que cuenta con pescado fresco y congelado suficiente, y ayer mismo compró almejas, fue previsor con los refrescos. “Me cargué con más bebida antes del paro”, explica.
La hostelería en general, tal y como insiste nuevamente Antonio de María, presidente de la patronal, “navega sin incidencias”.
Todos coinciden, no obstante, que la crisis debe solucionarse cuanto antes: habrá problemas si se alarga la situación, los transportistas y pescadores deben mejorar sus condiciones, los precios son insostenibles, y hay ganas de vender y comprar con normalidad.
