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Los vecinos de La Victoria reclaman mejoras en los barrios: “El clasismo es inevitable”

La Asociación Victoriana de Capuchinos reivindica una igualdad de limpieza y asfaltado en una Málaga “muy mejorable” y pide más concienciación a su gente

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  • Las peticiones más insistentes de los vecinos son la frecuencia del baldeo de las calles, un mejor asfaltado y el arreglo de aceras.
  • "Todos los políticos pasean por Málaga y están viendo las necesidades que hay, pero hasta que los vecinos no insistimos no hacen caso”.
  • Hay clasismo: "Vas por El Candado o al Cerrado de Calderón y ves los camiones de limpieza, pases el día que pases".

En La Victoria los semáforos son eternos. La vida se mueve deprisa y los coches son el riego sanguíneo de un barrio en constante movimiento. Hace diez años era una zona más desatendida, pero la fuerza de la Asociación Victoriana de Capuchinos ha sido imparable para que haya más decencia en la limpieza, el baldeo, el asfaltado y el cuidado por parte del Ayuntamiento y de los propios vecinos.

Varios malagueños de esta zona no demasiado alejada del centro histórico coinciden en que “todo es muy mejorable”. Exigen más regularidad en el baldeo y mejor reparto de personal de la empresa Limasam. “Todos los políticos pasean por Málaga y están viendo las necesidades que hay, pero hasta que los vecinos no insistimos no hacen caso”, cuenta Belén Franquelo, vicepresidenta de actos institucionales de la asociación.

“Todos los años me tengo que estar peleando con el área del Ayuntamiento para que refuerce el baldeo, sobre todo en verano”, añade Pepe Ocón, que lidera esta agrupación vecinal desde su creación en 2012. Está a punto del décimo aniversario y pasea por su barrio orgulloso de lo que ha mejorado y consciente de lo que queda por mejorar.

Las peticiones más insistentes de sus vecinos son el baldeo de las calles, el asfaltado y arreglo de aceras. “Lo que hace más falta es un plan de asfaltado importante en los barrios de Capuchinos, La Victoria, Fuente Olletas y Altamira. Lo que vemos es que van tapando boquetes, pero los parches no son suficientes ni seguros”. La poda de vegetación también es común en las protestas de su gente. Hay árboles que se entrometen en ventanas ajenas hasta convertir el paisaje “en la tercera parte de Jumanji”, bromea Ocón.

María Sesmero es vecina del barrio desde que nació y también comparte que hay mucho margen de mejora. Al igual que varios miembros de la asociación, reparte culpas: “Hay cada vez más vecinos que tienen animales y tienen que cuidar más la higiene. Encuentro que hay aceras que se limpian más que otras. El Ayuntamiento debería tener más personal para la limpieza y los vecinos más conciencia”.

La calle Paco Miranda la llaman la calle de los pipís, porque es la zona donde más paran los perros a marcar terreno. Eso es responsabilidad de sus dueños. “Se baldea un lunes y el miércoles está otra vez igual. Tenemos en mente redecorar esta calle y ponerla más bonita”, expresa Cristina Palomo, que en este caso señala a la poca colaboración de ciertos vecinos, aunque reconoce que sería necesario más regularidad en el baldeo y la desinfección.

La suciedad, arma política

Han sido meses de cruces de acusaciones. La concejala Teresa Porras ha defendido a ultranza una Málaga limpia al completo, poniendo la diana en la responsabilidad de los ciudadanos. Los socios del gobierno de De la Torre, Ciudadanos, han reconocido que se debe mejorar la frecuencia del baldeo y un reparto equitativo por barrios. Y la oposición ha recalcaldo, por su parte, que los barrios de Málaga están sucios. Hay una guerra política por la limpieza.

Ocón prefiere huir de los extremos. No todo es blanco ni negro. “He escuchado en estos meses que Málaga estaba muy limpia y que Málaga está muy sucia. De un grupo político y de otro. Me quedo en el centro. Ni muy limpia ni muy sucia. Nosotros hemos intentado estar a la altura solicitando mejoras”.

En lo que sí ha mejorado el Limasam es “en la comunicación”. La nueva herramienta de incidencias está resultando efectiva. Antes se tardaba un mes en responder a las peticiones y ahora unas 24 o 48 horas, aseguran. Pero en este lanzamiento de acusaciones, Ocón sabe que “los vecinos siempre va a salir, pero nosotros no vamos a entrar en polémicas y nos dedicamos a enviar nuestras incidencias”.

Resulta interesante la visión que da Belén Franquelo: las exageradas diferencias de limpieza en función del poder adquisitivo de los barrios. “El clasismo no lo vamos a evitar, eso está claro. Lo que tenemos que luchar no es que se limpie menos en esas zonas, sino que no se descuiden las demás. Vas por El Candado o al Cerrado de Calderón y ves los camiones de limpieza, pases el día que pases. Aquí los ves el día después de haber metido presión para que vengan y dices ¡anda, por fin están aquí, nos han escuchado!”.

El motor vecinal

En la Asociación Victoriana de Capuchinos son unos 900 socios, aunque hay 700 en activo. Tienen una sede muy apañada y se benefician de las actividades que invitan a apuntarse a un bombardeo: talleres, eventos cofrades o de Navidad, los premios Victoria o campañas de apoyo al comercio local. “Es un barrio de gente buena, aquí se vive muy bien a pesar de todo”.

La importancia de estos movimientos ciudadanos se palpa hablando con sus socios. “Ser parte de la asociación es estar todo el día recordándole a los demás lo que deben hacer y apretar a los que tienen que mejorar el barrio”, resume Ocón. Son el motor para evitar que los políticos se olviden de ellos.

¿Por qué sigue implicada en su barrio, diez años después? Una pregunta que Franquelo recibe con ese sentimiento de pertenencia tan atrayente. “La idea es servir de mediadores de los vecinos y ayudar. Se le coge el gustillo a esto”. Al instante, añade un pero: “Nosotros luchamos por Málaga, no solo por nuestra zona. Por todos los barrios”. Es el tesón vecinal que mueve esta ciudad que es mucho más que su calle Larios.

 

 

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