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Miguel Orellana, uno de los dos candidatos a decano del Colegio de Abogados de Cádiz

Su principal apuesta es la modernización del órgano gaditano para darle un sentido útil, más profesional y cercano

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  • Miguel Orellana da un paso en su carrera y se perfila para decano del Colegio de Abogados de Cádiz. -

El próximo 25 de noviembre se celebrarán las elecciones que depararán quién será el nuevo decano del Colegio de Abogados de Cádiz; un proceso ya en marcha al que tan solo concurren dos candidatos, el isleño José Adolfo Baturone y el abogado arcense Miguel Orellana. Las diferentes sedes judiciales de la provincia muestran en esta campaña información sobre las candidaturas. En el caso del candidato arcense,  celebra actos como un encuentro con la Asociación de Jóvenes Abogados (AJA), aunque finalmente su homónimo isleño habría rechazado un debate público para la confrontación de opiniones y proyectos, e incluso ha convocado dos webinar para, ‘on line’, celebrar una videoconferencia sobre la campaña electoral. 

El todavía joven abogado, que se confiesa “disciplinado ordenado y saberse rodeado de buenas personas y buenos trabajadores”, se presenta con un proyecto técnico, “y para nada político”, con el que aspira a dirigir el Colegio durante los próximos cuatro años. Defiende su candidatura con el carácter dinámico y emprendedor de su propio perfil profesional; de hecho, es uno de los abogados más reconocidos de Arcos. Por lo pronto, considera esencial que el Colegio dé un paso hacia la modernidad con la utilización de las redes sociales para estrechar lazos entre los abogados. Además, aboga por una cercanía y una constante colaboración entre los propios abogados de manera que se pudieran intercambiar clientes en base a su especialidad. Y es que, de momento, “el Colegio ayuda poco a los colegiados, que es la percepción general”, explica Miguel Orellana, que en este sentido reivindica un órgano más eficaz y útil que genere un beneficio y un sentido a la cuota que pagan los propios abogados. Miguel Orellana entiende “ahora” es su momento, no sólo por su juventud -tiene 41 años de edad-, sino por su experiencia de diez años como colegiado. Si bien no tiene aspiraciones políticas, porque se considera empresario y gestor, pretende dar a la institución un carácter, si cabe, más profesional. “Intentaremos hacer cosas nuevas que gustarán más o menos, pero los colegiados verán que el órgano está vivo, que tiene otro movimiento. Quiero ‘revolucionar’ el Colegio, pues la institución debe dar un paso al frente para modernizarse”.

“Me dejaré la piel para no defraudar a nadie”, concluye.

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