Diego Pérez, gaditano de 74 años, aquejado de numerosas dolencias, y su esposa, de 62, afectada por una enfermedad mental continúan padeciendo un auténtico calvario por la situación de insalubridad de la vivienda que ocuparon, tras la pandemia, propiedad de Procasa, en la calle Mirador, 24. A finales de noviembre pasado, el matrimonio de pensionistas, cuyos ingresos no alcanzan los 1.000 euros mensuales, denunció la presencia de cucharas y ratas, así como humedades. “La casa se les cae encima”, relató Rocío Alfaro en VIVA CÁDIZ, dando testimonio de la voluntad de pagar más de los 87 euros que abonan actualmente por el alquiler “fuera de aquí”.
Procasa ofreció una oportunidad estas Navidades, pero María Ángeles, hija de la pareja y cuidadora, se vio obligada a renunciar al piso de la calle Alcalde Blázquez porque el baño no está adatado a las necesidades de sus padres y teme que, tal y como le indicaron en la empresa pública, no tenga otra opción hasta dentro de un año. Fuentes municipales admiten que la situación es compleja “porque las viviendas que van quedando libres son escasas y tienen que coincidir con lo que necesita la familias” y justifica la previsible tardanza en dar una solución a que “Procasa cuenta con decenas de solicitudes de cambios, por lo que puede hacer beneficiarios con mayor prioridad”. Pero el compromiso, “es ofrecer una a Diego y su esposa en cuanto la haya”.
