Ana Linares Aguilera tiene 83 años y vive en el número 2 de la calle Yedra. Se trata de una de esas calles recoletas y estrechas que pueblan las faldas de la Mota, alejadas de la Alcalá más céntrica. El mal estado de su asfaltado es palpable, pero, en el caso de Ana, ha llegado a tener consecuencias directas para su integridad física. Es el motivo por el que se ha puesto en contacto con este medio para denunciar su situación.
“Nací en la calle Ancha, he vivido muchos años en Cataluña, y por circunstancias de la vida he vuelto a Alcalá para residir definitivamente aquí. Vivo en la calle Yedra, junto al Callejón de la Yedra, y el día 15 de agosto del año pasado, debido al mal estado en que están ambas calles, se me metió el pie en una raja del asfalto, y perdí el equilibrio, con la mala suerte de caer y hacerme dos fisuras en el coxis”. Ana relata que quedó tendida en la calle durante bastante tiempo, pidiendo ayuda, puesto que no se podía mover, hasta que una vecina acudió a socorrerla. A los dos meses, por culpa de la gravilla volvió a caerse, rompiéndose las gafas e hiriéndose en el ojo y la ceja. Muestra la cicatriz que quedó de esta caída, y sus gafas, con uno de los cristales hecho añicos.
“He ido tres veces a hablar con el señor alcalde para que nos arreglen la calle como es debido y sin gravilla, como está el resto de las calles del pueblo. Me contestó que vendría a ver la calle, pero aún estoy esperando su visita. Hace dos semanas, en la inauguración del nuevo aparcamiento de la calle Oteros, me dirigí de nuevo al señor alcalde preguntándole si había ido a ver la calle. En ese momento me encontré con la concejala de Urbanismo y vino conmigo a ver la calle, dándome la razón del mal estado en que se encuentra, pero me dijo que no había dinero para arreglarla”.
“En cambio, sí hay dinero para arreglar parques y jardines y para construir un parque canino, que me parece muy bien, pero por favor les ruego que también tengan en consideración lo que les pido, porque en la calle vivimos cuatro familias y todos somos mayores”. Ana termina pidiendo “disculpas al señor alcalde” por hacer pública esta queja. “Me he visto obligada a hacerlo por esta vía, a ver si así me hicieran caso”.
