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Escrito en el metro

El otoño ya no volverá

Siento comunicarte que aquellos otoños que tan bien describiste en tus Rimas y leyendas ya son historia del pasado

Publicado: 16/10/2023 ·
14:06
· Actualizado: 16/10/2023 · 14:06
  • Los tonos dorados del otoño. -
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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  • Como aquellas hojas, el otoño de antaño servía para armonizar nuestros recuerdos del jubiloso pasado primavera
  • La potente mano de una humanidad descarriada ha acabado con nuestro necesario y obligado otoño

Mi admirado Gustavo Adolfo, cómo siento comunicarte que aquellos otoños que tan bien describiste en tus Rimas y leyendas ya son historia del pasado. Un imperante cambio en el clima lo ha arrinconado hasta disolverlo en un verano cada vez más largo y severo. Ya lo vaticinabas, tus oscuras golondrinas ya no volverán a colgar sus nidos en los balcones. Las madreselvas no escalarán tupidas las tapias de los jardines, expulsadas por otras flores que vendrán de lejos, pero que jamás podrán igualar su exquisita fragancia que indicaba el inmediato fin del estío. Ya ni siquiera podemos admirar flores bañadas de rocío cuyas gotas trémulas eran lágrimas de las mañanas que sofocaban el alma. Ya no volverán.

También he paseado por esos caminos en los que siempre va uno más de los que vuelven, pero sin oír, como con exquisitez describiste, ese diálogo de aquellas secas hojas hermanas que se bamboleaban en su caída, de rodar en torbellinos de nubes de polvo, desde los plátanos de un paseo que anuncia que la tristeza también es el pórtico de la felicidad. Como aquellas hojas, el otoño de antaño servía para armonizar nuestros recuerdos del jubiloso pasado primaveral, y taciturnos serenar el alma. Ya no volverán.

Nuestra ubicación en el orbe nos proporcionó, gracias a nuestro bendito mar y a nuestro enriquecedor océano, a nuestras ciclópeas cordilleras y a nuestros fértiles valles, el don de disfrutar de cuatro estaciones perfectamente equilibradas. En perfecta sincronía formaban una composición interpretada por la generosa orquesta de la naturaleza. Bajo la batuta del cielo, de su sol y de sus nubes, se marcaban los tempos de los cuatro conciertos, desde los allegro molto vivace de la primavera hasta los adagios del otoño. Ya no volverán.

Con melancólico sentir te cuento Gustavo Adolfo, que ni tan siquiera se puede intuir los acordes del órgano tocado por el espectro de Maese Pérez, aquel con el que anunciaba el final del otoño en el celebrado momento del solsticio de invierno. La potente mano de una humanidad descarriada ha acabado con nuestro necesario y obligado otoño. Ese ya, no volverá.

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