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Cierra Shanghái 2010: la Expo más grande de la historia, para bien y para mal

La Exposición Universal de Shanghái 2010, la más grande, la más visitada y con más participantes de la historia, concluye hoy después de haber sorprendido al mundo con una escala sin precedentes, que le hizo afrontar también dificultades a la altura de sus dimensiones.

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  • Vista general de pabellón español de la Expo. -
La Exposición Universal de Shanghái 2010, la más grande, la más visitada y con más participantes de la historia, concluye hoy después de haber sorprendido al mundo con una escala sin precedentes, que le hizo afrontar también dificultades a la altura de sus dimensiones.

La ocasión prometía la oportunidad de que China ofreciera al mundo su mejor cara, en un momento comparable, de alguna manera, con el reconocimiento de madurez como país y de respaldo internacional que recibió España con la Expo de Sevilla 1992 y los Juegos Olímpicos de Barcelona, dos años después del éxito de Pekín 2008.

Sin embargo, "como esta Exposición ha tenido una escala sin precedentes, en el tamaño, los problemas, también" han sido grandes, reconoció a Efe el secretario general de la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE, en francés), el español Vicente González Loscertales, cuyo organismo internacional coordina las Expos.

"Sobre todo en las dos semanas anteriores a la apertura y en la primera semana de la Expo", admitió, al BIE y a los anfitriones les llovieron quejas de todas partes.

Eso fue fruto también, en parte, de la inexperiencia inicial de los organizadores y del choque cultural entre el funcionamiento de una burocracia muy jerarquizada y con tintes autoritarios y los estándares internacionales de trabajo en un evento de estas características.

Los problemas fueron desde las dificultades para introducir en el recinto alimentos y productos, que entorpecían la logística, o la falta de transporte para artistas y personalidades hasta sus escenarios o pabellones, a policías en los conciertos para tratar de evitar que la gente bailase y se perdiera el control de la multitud.

También se obstaculizó en los primeros dos meses que los visitantes pudiesen acceder a los conciertos y actividades culturales organizados bajo techo, ya que la entradas no se podían solicitar, sino que eran repartidas por voluntarios al azar entre los primeros visitantes que se encontraban.

Las sorpresas desagradables variaron desde los altercados entre visitantes e incluso agresiones físicas al personal de los pabellones, lo que multiplicó la visibilidad del presencia policial en el recinto, a normas que dificultaban el trabajo de la prensa, que sólo podía cubrir actos oficiales y conciertos bajo techo si se le concedía una invitación.

"Una Expo es un acontecimiento que se produce una vez, y en general lo que se hace es que se aprende de los errores y, día tras día, la Expo va ajustando sus operaciones y las va perfeccionando", recordó Loscertales, que elogió el esfuerzo y la "gran capacidad de gestión de las autoridades de la Expo" china.

"Una Expo, a diferencia de un acontecimiento deportivo (como los Juegos Olímpicos), tiene la identidad del país que la organiza: no son acontecimientos totalmente estandarizados, aunque las reglas están estandarizadas porque defienden los intereses del organizador y de los participantes", explicó.

"Y una Expo en china es una Expo con el carácter de China, y una Expo española es una Expo con nuestro carácter y unas señas de identidad, y creo que esta es la grandeza de las Expos: la universalidad con una identidad fuerte", afirmó.

Desde luego, la de Shanghái ha sido una Expo con características chinas, no sólo por estar muy orientada, como suelen ser estos eventos, hacia su público nacional, sino por "la talla incomparable de esta Exposición, el número de visitantes, muy difícil de repetir en un país que no sea China", dijo.

"Hay que darse cuenta de que gestionar un millón de personas en un día (como alcanzó el recinto el pasado 18 de octubre) no creo que haya muchos países en la Tierra que puedan hacerlo mejor que China", destacó.

Es cierto que en ocasiones "la gente tiene un entusiasmo que a veces hace difícil las buenas maneras, pero aquí lo que hemos visto también es que, a pesar de las grandes masas, el recinto está limpio", observó.

"Si comparamos esta gran concentración de personas en la Expo con otros acontecimientos en China, yo creo que el grado de civismo aquí es muy superior al de otros", señaló, "el grado de vandalismo es mínimo comparado con el comportamiento colectivo cívico y entusiasta de la mayor parte del público".

La Expo 2010, concluyó Loscertales, ha sido también "una gran oportunidad de educación ciudadana", y se mostró convencido de que el resultado se verá en la sociedad china "en unos años", aunque "ya está en camino en China una conciencia ecológica cada vez mayor en los ciudadanos de a pie".

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