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Monje, Crespo, Salas y Andrades, a hombros junto al ganadero

Ganadería Las Monjas, bien presentado, de buen juego en general, destacando segundo y sexto, al que se le dio la vuelta al ruedo.

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Mereció la pena el esfuerzo que a última hora hicieron la Escuela Municipal de Tauromaquia y la Delegación Municipal de Cultura del Ayuntamiento, con la colaboración de la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas Pedro Romero. Cuando los aficionados jerezanos daban por perdida este año la tradicional novillada de promoción, que ha cumplicado ya las bodas de plata, por segundo año consecutivo la plaza de Chapín ha acogido un festejo que quedará en el recuerdo.
Lamentablemente no se pudo celebrar en la plaza de toros de la calle Zaragoza por el litigio que actualmente mantiene la propiedad del coso jerezano con el Consistorio por mor de unas subvenciones no pagadas.
Independientemente de ello, los alumnos vivieron una tarde feliz y brillaron a gran nivel. El público se divirtió y todo el mundo salió satisfecho. Esto es hacer afición.
Abrió plaza Isidro Arrocha, como todos sus compañeros alulmno de la escuela jerezana. Se gustó por verónica y en el quite correspondiente dejó la primera tarjeta de visita José Monje, toreando al delantal a pies juntos. El novillo, algo molesto e incómodo, levantaba la cabeza con cierto peligro. Arrocha, echó valor y estuvo muy por encima del eral. Hubo momentos algos deslucidos pero lo sometió por el lado izquierdo, fajándose en series de buen trazo. Cortó una oreja.
El segundo, gacho, Monje desplegó su toreo de capote en verónicas lentas y acompasadas. Todo lo que ha hecho durante su actuación ha tenido calidad y pureza. Y además sabe templar muy bien y le funciona la caja de pensar. Este Monje hace el toreo largo y despacito. Es del barrio de Santiago, tiene nombre y apellidos de cante grande y como tuvo un novillo bravo y con fijeza lo aprovechó y dejó el sello de calidad que le va a marcar el camino del futuro. Cada día aprende más. Al de Las Monjas el Monje le cortó las dos orejas con fuerza.Y hasta le pidieron el rabo.
El flojo novillo que le tóco a Daniel Crespo sirvió para que el torero dejara muy buenos apuntes con la muleta en tandas con la izquierda. Se le ve con sitio y no le perdió la cara en ningún momento. Muy preparado y con mucha afición, dejó excelente impresión. Dos orejas.
El cuarto fue un novillo violento, pero tuvo delante un valiente que se llama Eloy Hilario, que hasta lo banderilló. Tiene la virtud de saber llegar al personal. Hubo muy buenas series sobrando pitones, demostrando sus ganas y afición. Eso es importante. La estocada fue suficiente y paseó una oreja.
El quinto, para el sanluqueño Sergio Salas, fue un tanto violento. Pero el espigado novillero, con muy buen aire, hizo el toreo clásico, con detalles muy toreros. Nunca se descompuso. Al igual que sus compañeros se le ve con sitio y con mucha afición e ilusión. Le dieron las dos orejas.
Por último, y de nuevo, formó el alboroto Miguelito Andrades. Meció el capote con garbo. El tercio de banderillas lo compartió con su compañero Hilario y la gente aplaudió a rabiar. Aprovechó el buen novillo colocando bien el engaño, en serie de derechazos en redondo que surgieron como un manantial de hondura y ritmos. Lo entendió muy bien y de nuevo la gente salió hablando de él. Se entregó a matar de un estoconazo y paseó el rabo.

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