Sí, primero habría que empezar preguntando cuándo veremos en funcionamiento esa nueva y para muchos algo de incógnita nueva etapa de aquella factoría naval de la ría del Odiel, de allá por los años 60, y cuya expansión fue de tal envergadura a partir de 1971 que la penetración en el mercado de buques de cada vez mayor tamaño hizo insuficientes aquellas instalaciones, que puede decirse arrancaron al hilo del Polo de Promoción Industrial y al calor del auge de la pesca congelada, sector en el que Huelva llegó a ser líder. Sí, porque la factoría naval onubense, con una localización estratégica junto al Estrecho de Gibraltar, Puerta de Europa y África, y también junto a Portugal, llegó a tener capacidad para construir buques de hasta 140 metros de eslora y 25 de manga, y era -ojo al dato- la única empresa de construcción naval privada de Andalucía que llegó a sobrevivir a la crisis del sector hasta el punto de que pudiera considerarse una realidad la compra a Izar de los no memos históricos astilleros sevillanos…
A propósito de la liquidación de la factoría hispalense se decidió complementar la de Huelva con las mayores dimensiones y mejores medios con que contaba el astillero sevillano para los buques que demandaba el sector por aquel entonces. A título puramente anecdótico escribía yo en la edición para Huelva de El Mundo -sí, aquella edición específica para Huelva que llegó a consolidarse durante casi una década- que el tiempo se había encargado de poner las cosas en su sitio y que si en su día Sevilla se adelantó y cerró el paso a este tipo de instalaciones en Huelva -vayan tomando nota-, “ahora las cosas habían cambiado y Huelva había sobrevivido a todo tipo de crisis reforzando su presencia ininterrumpidamente en el sector desde hace más de medio siglo”, como apuntaría yo. Todo ello después de muchos avatares, en Consejo de Ministros fue aprobada la venta de la factoría de Sevilla a la nueva sociedad Astilleros de Sevilla, constituida por Astilleros de Huelva en un 80% y la naviera nacional Contenemar en un 20%, esperando que antes de finalizar el año se pudiera trabajar en Sevilla.
El futuro, por tanto, era ciertamente esperanzador, ya que teniendo en cuenta los contratos en vigor que tenía Astilleros de Huelva y los que poseía en avanzado estado de negociación, la cartera de pedidos que se trasladaría al astillero sevillano estaría compuesta por un número de barcos que generaría el empleo de 6 millones de horas de trabajo y una facturación de entre 500 y 600 millones de euros, a realizar entre 2007 y 2010…
La experiencia familiar en el mundo de la construcción naval llegó a dar sus frutos después de casi 6 décadas de trabajo ininterrumpido y frente a crisis en el sector naval a nivel mundial, y en el pesquero desde que a finales de los 70, Marruecos -¡ay! el vecino y amigo Marruecos-, nuestro mejor caladero de toda la vida, amplió sus aguas territoriales e implantó unas cuotas de pesca que de forma progresiva fueron condicionando el futuro de un sector íntimamente ligado a ese no menos complicado mundo de la construcción naval, hoy por hoy -escribía yo entonces- el gran referente de la industria no contaminante de la capital. Al hilo de la historia hemos conocido su gran evolución en ese medio siglo en el que llegaron a ser construidos 200 buques congeladores, lo que supuso la práctica renovación de toda la flota de bajura de Huelva y su sustitución por buques de altura congeladores marisqueros, pasando a ostentar la primacía en este tipo de pesca en toda España.
Sí, pero ¿qué me dice el lector a la vista de lo poco que ha quedado de esa fusión de distintas factorías navales existentes en la zona en 1971? Una etapa en la que fruto de la absorción de varios talleres, como Talleres y Varaderos, que se unen a la familia Moreda Díaz, ya existían otras factorías y el nuevo grupo se extiende y se consolida territorialmente, pasando a construir lo que ha quedado, y más, de las primitivas instalaciones, en una extensión de 60.000 metros cuadrados, que en la década de los 80 la factoría se ve afectada por el cambio de ciclo de la construcción naval, coincidiendo con una plantilla excesiva de alrededor de 1.000 trabajadores y una baja actividad productiva. Sí, y es ahí donde arranca la decadencia de esos Astilleros de Huelva con 150 trabajadores…
Sí, y fin a toda una etapa de esplendor progresivo en el que la tradición naval del litoral onubense se remonta a finales del siglo XVI, antes de que se iniciase en Palos de la Frontera la empresa descubridora de América. Hoy, ahí quedan los restos de aquel emporio que confirman la singularidad de Huelva y, curiosamente coincidiendo con la muerte del exministro Félix Manuel Pérez Miyares, que con su característica sencillez -¿hay quien opine lo contrario?- contribuyó a la consolidación de esa factoría naval, difícil de olvidar pero cuyo futuro o reanudación de la actividad (¿) convendría ir aclarando ya. ¿No? Sí, eso y ¡ya!