Famoso por el valor, su principal expresión en el ruedo, y por las cifras multimillonarias de sus contrataciones, Tomás está en el ojo de un huracán taurino que no deja de soplar desde el pasado 12 de mayo, cuando se hizo público que se iba a enfundar de nuevo el traje de luces.
El impacto económico y social de las actuaciones de Tomás en las temporadas 2007-2010 se refleja en un estudio del profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura Juan Medina, que señala unos movimientos de 91,7 millones de euros, de los que 37,9 son ingresos directos en taquilla por la presencia de 757.612 espectadores en los 62 festejos en los que se anunciaba. Cifras cuya espectacularidad se repetirá hoy, pues, según Medina, la reaparición del torero generará un volumen de negocio de 2.092.358 de euros en la Comunidad Valenciana.
Su caché es el más alto que se conoce en la historia del toreo –aunque su cifra exacta se mantiene en secreto–, como el que hace cuarenta años tuvo Manuel Benítez El Cordobés, el anterior gran revolucionario de este arte.
Pero la diferencia entre El Cordobés y Tomás es que aquél se dejó anunciar con todas las figuras del momento, mientras que éste se hace acompañar de “dos más”, salvo raras excepciones, como el caso de Juan Mora, que finalmente no actuará hoy en Valencia por estar convaleciente del percance que sufrió en Pamplona.
Como ocurrió con Benítez, valentía y arrojo son las características del estilo de Tomás, siempre al límite de la tragedia, pero sin desdeñar la pureza y la profundidad que también atesora. Lo explicó Antonio Ordóñez, al referirse a la rotundidad del madrileño en la forma de citar al toro: “Pone el cuerpo donde los demás la muleta”.