A Celis no le habrá importado que toda España viera la exteriorización de su entusiasmo. También apareció en las fotos y en los telediarios secundando a Txiqui Benegas durante el acto de entrega de los avales para formalizar la candidatura de Rubalcaba a la Secretaría General; se ha dedicado a retransmitir por la red social Twitter algunas de sus actuaciones en el cónclave y, finalmente, plasmó como “feliz” su estado de ánimo en el mensaje de bienvenida de su WhatsApp.
De enemigo a aliado
Celis figura entre los vencedores del congreso formando parte de la más que nunca dividida delegación de Sevilla y alineado, pese a su juventud, con su secretario general, José Antonio Viera, y otros miembros de la vieja guardia local o provincial, como José Caballos, exportavoz del PSOE en el Parlamento de Andalucía, y Francisco Toscano, presidente de la FAMP y alcalde de Dos Hermanas.
Sin embargo, hasta poco antes del terremoto político que ha supuesto el congreso y que ha fracturado el socialismo sevillano, Celis militaba en la corriente opuesta a Viera, el denominado sector crítico, que ha hecho lo imposible durante los últimos años por desbancarlo de la Secretaría de Sevilla. En correspondencia a su posición política, Viera vetó su nombramiento como candidato a la Alcaldía de Sevilla tal como postulaba Monteseirín y eligió en su lugar a Juan Espadas, exconsejero de la Vivienda.
Otro de los rubalcabistas y también alineado con Viera ha sido su antecesor en la Secretaría General del PSOE de Sevilla, Caballos, al que de tanto tiempo ocupando el cargo y puestos de responsabilidad se le conocía con el sobrenombre de ‘el líder natural’. Caballos cometió un día la imprudencia de criticar el maltrato presupuestario de la Junta a Sevilla por el ‘centralismo sevillano’ y, por contraste, las elevadas inversiones en Jaén y otras provincias orientales.
Chaves entendió la crítica como un cuestionamiento a su persona, al jiennense Zarrías -su número dos- y a su política de equilibrio de territorios y cuotas, y exigió su cabeza. Necesitaba un voluntario que diera un paso al frente para disputarle la Secretaría General del PSOE de Sevilla y pensó en el entonces alcalde, Monteseirín. Este tuvo miedo de enfrentarse a Caballos, su mentor, y lo más que aceptó fue figurar como presidente en la lista alternativa que finalmente encabezó Viera, al que Chaves tenía en la recámara por su gestión de la catástrofe de Boliden en Aznalcóllar.
Viera, con el apoyo del aparato de la Junta, se impuso, aunque por poco, a un Caballos que se defendió como gato panza arriba. El tiempo, que todo lo cura, ha ido restañando, siquiera superficialmente, las heridas entre los dos antiguos rivales, que ahora han ido de la mano en su apoyo a Rubalcaba.
Cambio de rivalidad
Tras vencer a duras penas a Caballos, el tándem Viera-Monteseirín pronto empezó a hacer aguas, hasta el punto de que el segundo, presidente del partido en Sevilla, organizó desde el Ayuntamiento una facción crítica a Viera con el fin de colocar a uno de sus peones en la sede de Luis Montoto, valiéndose para ello del poder que le otorgaban los medios institucionales del Consistorio y de las posibilidades de colocación de afines a su causa en las empresas municipales. Además, para cuando Viera se percató de la jugada, Monteseirín se había ido haciendo con el control de la mayoría de las agrupaciones de la capital.
Viera no tuvo otra opción que apoyarse en las agrupaciones de los pueblos, en un enfrentamiento político que acabó presentándose como un duelo entre la capital y la provincia, y organizó su defensa mediante dos figuras clave: su eficaz secretaria de Organización, Susana Díaz, enfrentada a los críticos desde su paso por el Ayuntamiento, y Fernando Rodríguez Villalobos, presidente de la Diputación. El llamado ‘frente cateto’ de los pueblos tomó consciencia de su poder cuando comprobó que la suma de militantes las agrupaciones provinciales era muy superior a la de la capital, pese a lo cual jamás habían gozado de un peso proporcional a su fuerza en el partido.
La labor de zapa de Susana Díaz y el toque de corneta de Villalobos, al que en los municipios se veía como uno de los suyos, provocaron el fracaso de la operación diseñada por Monteseirín y los críticos, los cuales ni siquiera lograron reunir los avales suficientes para presentar en el congreso provincial una candidatura alternativa a la de Viera. Este fue reelegido por aplastante mayoría, cercana al 90% de los votos, llevando a Villalobos en su candidatura como presidente del PSOE sevillano.
Cuando posteriormente José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, necesitó apoyarse en la fuerza del PSOE de Sevilla para consolidarse como secretario general del partido en la comunidad autónoma y triunfó en su propósito merced a Viera, la fiel escudera de éste, Susana Díaz, fue premiada y promocionada como número tres de la Ejecutiva regional. Tras la dimisión de Velasco, Susana Díaz quedó convertida en la número dos de la federación más potente de todo el PSOE, la andaluza, y en la mano derecha de Griñán.
Cambio de pareja
Pero en otro de los desconcertantes vaivenes del socialismo sevillano, los preparativos y posterior celebración del XXXVIII congreso, con el enfrentamiento entre Rubalcaba y Chacón por el liderazgo nacional, han provocado nuevas guerras entre las ‘tribus’ locales, y hasta inversión de las alianzas fraguadas en anteriores contiendas. El sino del PSOE sevillano es la batalla permanente de todos contra todos, con las obligadas treguas que imponen las citas con las urnas para aparentar ante el electorado una unidad que nunca deja de ser frágil y transitoria y en la que el aliado de ayer se convierte en encarnizado adversario hoy, para quizás volver a ser compañero de fatigas mañana.
Mientras Viera se decantaba por Rubalcaba, sus escuderos de antaño, Villalobos y Susana Díaz, hacían causa común por Carmen Chacón. Nada nuevo bajo el sol del socialismo sevillano estos realineamientos que acaban en divorcios políticos. El factor diferencial esta vez ha sido la virulencia del enfrentamiento, que ha rayado cuando no acabado en el insulto personal -caso de Villalobos y Toscano-, y su visualización por la opinión pública, como si fuera un ‘reality show’, cuando hasta ahora estas diferencias se saldaban en el ámbito del partido.
Los ciudadanos han podido escuchar y leer de boca de Viera sus denuncias sobre “presiones ilícitas, ilegales e inmorales” para orientar el voto de los 55 delegados sevillanos a favor de Carme Chacón, y sus críticas tanto a Villalobos –cuyo cargo de presidente provincial del PSOE tachó de meramente “honorífico”- como a la dirección regional del partido, en clara alusión a Susana Díaz. El secretario general del PSOE de Sevilla fue incluso más lejos al decir que hacía tiempo que había dejado de creer en la neutralidad del secretario general del PSOE andaluz y presidente de la Junta, José Antonio Griñán, en este proceso y que no tenía “la menor duda” que desde San Vicente se había actuado para favorecer una candidatura -la de Chacón-.
Por su parte, el presidente de la FAMP y alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, cargó aún más las tintas contra Griñán, al que acusó de no haber adoptado una posición “transparente” y de tratar de “engañarnos a todos”. Además, descalificó su proclamada posición de “neutralidad activa”, y añadió: “Es una majadería solemne que se engañe a compañeros”. Palabras de uno y otro que a su vez Villalobos tachó de “despropósito”.
Y en vísperas electorales
La pública revelación de esta fractura interna en el marco de un congreso organizado en Sevilla para fortalecer a Griñán -que acaba señalado como el gran derrotado del cónclave por su implícito apoyo a Chacón, y el explícito de la mayoría de su Ejecutiva- de cara a las decisivas elecciones autonómicas del 25M puede costarle cara al PSOE (A), pues si hay algo que la Democracia ha demostrado desde los tiempos de UCD es que los electores no perdonan las disensiones en los partidos políticos: si son incapaces de gobernarse a sí mismos, no los ven aptos para gobernar las instituciones.
En el fondo, la decantación por Rubalcaba o Chacón ha encubierto una batalla por el control del partido en Sevilla, similar a todas las anteriores, y en la que cada bando tomaba públicas posiciones y hacía exhibición de fuerza para liquidar al que resultara derrotado en el XXXVIII congreso. Al final, han ganado Viera y los suyos, y aunque ayer todos hicieron un canto a la unidad, los vencedores no dejarán de pasar factura a los vencidos. Viera se ve ahora legitimado para imponer desde este mismo lunes sus nombres en la confección de la lista por Sevilla a las elecciones del 25M y sin la tutela de su antigua aliada y número dos de Griñán, Susana Díaz, cuya posición ha quedado muy debilitada tras el congreso nacional.
Pero en el PSOE de Sevilla nunca se sabe qué puede pasar mañana. Como en el fútbol cada semana, la política diaria y las citas electorales siempre dan a los hoy derrotados la oportunidad de cobrarse la revancha.n