Por segundo año consecutivo la Hermandad de los Gitanos decidió no salir a las calles de Ronda ante la amenaza de lluvia. Así se cerraba un Domingo de Ramos marcado por el mal tiempo y que provocó que tan sólo una de las tres Hermandades llamadas a realizar estación penitencial saliera a la calle.
Aunque la salida de Los Gitanos estaba prevista para las siete de la tarde, la Hermandad decidió aplazar la misma hasta las siete y media. Se habían abierto las puertas de la catedral de Ronda a esa hora. Pero cuando la Cruz de Guía estaba preparada para salir por la Puerta del Obispo empezó a llover. Y Los Gitanos decidieron suspender el cortejo.
Dentro del templo se celebraba un acto penitencial. Resonaban de modo impresionante los instrumentos de la Banda Nuestra Señora de la Oliva, de Vejer, así como de la Banda Arunda, en el interior de Santa María. Los pasos con Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Amargura abandonaron el lugar en que estaban apostados para quedar situados frente al Altar Mayor del templo. Sonaron las saetas. La emoción se desbordó. Y se abrieron las puertas. Y la multitud tomó la Iglesia.
Ante los pasos, los dos nazarenos que este año portaban el hábito que en los años 50 ideó José Muñoz, Papaché, el abuelo gitano, para su Hermandad. Coronas de espinas remataban el hábito. La Virgen estrenaba peana de plata. Y pareció bailar. Porque cuando los pasos regresaban a su posición original en el templo, comenzaron los cantes. Y la Virgen caminaba al compás. Emoción gitana desbordante. Toca esperar a la próxima primavera.