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“Los camellos son héroes para muchos jóvenes y sus víctimas, meros drogadictos”

Silverio Victoria Álvez, psicólogo experto en drogodependencias

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  • Silverio Victoria Álvez -

El psicólogo Silverio Victoria Álvez lleva desde 2001 trabajando con toxicómanos en la Asociación Arrabales de la capital onubense, una experiencia que le da una visión muy controvertida de la situación que este sector está pasando. A sus 39 años ha vivido etapas muy duras dentro de este área, y según su opinión, aún queda la peor parte.  En la entrevista concedida a Viva Huelva, hace un repaso por los riesgos existentes y la situación de la sociedad actual para afrontar y atender a las personas que caen en este infierno de las drogas.

¿Qué se entiende por drogodependencia?
–La drogodependencia se entiende como un fenómeno dinámico y social, y por ello sujeto a cambios y modificaciones. Se puede llamar también enfermedad por consumo de sustancias, abuso de fármacos o habituación a fármacos. No es posible una definición precisa, ya que depende del tipo de sustancia y el riesgo de dependencia producido. La adicción se refiere al estilo de vida que supone la drogodependencia, tanto físico como psicológico, pero se caracteriza fundamentalmente por el uso compulsivo y continuo.

¿Están claras las diferencias entre adicción y dependencia?
–Es curioso, pero la gente tiende a confundirlos. El término adicción se refiere a la pérdida del control sobre la intensa urgencia de tomar la droga, aun a expensas de las consecuencias adversas o negativas, mientras el término dependencia hace referencia a la dependencia física, en las que aparecen los síntomas orgánicos de la abstinencia.


Pero hay personas que se vuelven adictas y otras no...
–Pensar eso es un error. Está claro que la adicción tiene un componente genético significativo. Se estima que de 40 a 60 por ciento de la vulnerabilidad a la adicción puede atribuirse a factores genéticos, que se reflejan en la variabilidad en el metabolismo de la droga, en la sensibilidad a los efectos reforzadores de la sustancia de abuso y a la sensibilidad a los distintos estresores del ambiente de un individuo. Pero el consumo de sustancias de forma abusiva, genera hábitos incontrolados, a corto o largo plazo, dependiendo del tipo de sustancia y del perfil personal.

Da la sensación de que el tema de las drogodependencias está tan aceptado en la sociedad que ya no es importante para nuestros políticos...
–Yo no diría tanto, pero la realidad es que este tema dejó de vender hace muchos años. Cuando se habla de recortes, las ONG,s y entre estas, los centros de tratamientos son de los primeros en sufrirlos. Lo importante ya no es el toxicómano, sólo las incautaciones que se hacen de droga, a sabiendas, que es una ínfima parte de la que pasa a la sociedad. En esta sociedad, los traficantes y camellos son héroes para los más jóvenes, y sus víctimas, meros drogadictos.

Entonces, los recortes también habrán influido en las instituciones sociales...
–Por supuesto. Las prioridades económicas superan a las prioridades humanas. El consumo y el tráfico de drogas siguen existiendo, pero no crea alarma social, o, si la crea, ya no es importante para la autoridad. Estos recortes están afectando sobre todo a colectivos  en riesgo de exclusión social y a las entidades sociales que trabajamos en estos temas. Seguimos siendo necesarios, nuestro trabajo llega a personas y situaciones donde las administraciones no alcanzan, e intentamos dar solución a un problema real, más frecuente e importante de lo que  las autoridades creen. De esto aún no se han enterado.

¿Qué consecuencias puede tener para este colectivo si la crisis se sigue agudizando?
–La principal consecuencia, además de la destrucción de empleo, sería la desatención de un colectivo que lo está pasando mal, y los cierres que se producen en el sector  no cesan. Si se cierra un centro de atención a drogodependientes, volverán los toxicómanos al barrio, con la consecuencia inmediata de la vuelta al consumo y a los problemas que de ello se derivan: atracos y robos, disputas , maltratos, enfermedades, sin olvidarnos de los más pequeños, que son los que sufren todas estas situaciones.

¿Estás hablando del incremento de la conflictividad social?
–Exactamente. Ya se está viviendo,  sobre todo en los barrios más vulnerables. Si esto sigue así  volveremos a ver la droga de forma más directa. Parece que no se quieren enterar, pero si al drogadicto le echas y no hay programa de atención, ni proyectos con los que trabajar, se quedará en la calle, y en la calle tendrá que robar, puesto que se verá sin recursos económicos, sin oportunidades laborales, más el consecuente drama y ahogo familiar, y sobre todo por ese impulso constante de consumo. Quiero dejar claro que no justifico dichos delitos, estos deben tener sus serias consecuencias.

Por lo que comentas, hay enfermos toxicómanos desatendidos sin recursos
–Así es, y cada día más. Aunque las administraciones públicas nieguen este hecho y aleguen que serán reubicados, bajará la calidad asistencial, pues el volumen para la atención pública se me antojaría insostenible, cae por su peso: la atención no puede ser igual en un centro que cuenta con 50 que con 500 usuarios. Ya lo dijo Ana Sánchez de la Coba, la secretaria de Políticas Sociales de UGT-Madrid, y así pensamos los profesionales que trabajamos en este sector. En la actualidad, en un centro de las Administraciones públicas, una plaza cuenta con una espera que supera los dos meses, Esto es muy triste.

Pero lo normal es que comience en la adolescencia, ¿no?
–Es lo habitual. Es el momento de la experimentación. Este hecho podría reflejar comportamientos típicos de los adolescentes, como toma de riesgos, búsqueda de sensaciones nuevas o respuesta a la presión de los padres, que incrementan la probabilidad de que experimenten con drogas. Quizás puede deberse también al desarrollo incompleto de las regiones cerebrales implicadas en el proceso de control ejecutivo y motivación. Se debe estar muy pendiente de los adolescentes, es donde más peligro existe.

Existen cientos de terapias de tratamientos.  ¿Cuáles son más eficaces?
–Una combinación de terapias grupales e individuales, ya que además de trabajar los aspectos individuales del paciente, en el grupo se enriquece enormemente con las experiencias, valoraciones de los demás miembros del grupo,  apoyo por parte de ellos y además, se fomenta el desarrollo de habilidades sociales paralelamente al proceso terapéutico. Arrabales es una prueba de ello, en este centro confluyen ambos aspectos y tienen un buen resultado, como tantos otros existentes. 

¿Existe una conciencia real sobre el peligro del consumo de drogas?
–No podemos negar que existe una mayor conciencia social con esta problemática, pero no es suficiente. Las campañas influyen pero no radican el problema, y aún nos falta incidir en el proceso educativo. Las distintas estrategias marcadas están pensadas para los adolescentes, pero el problema radica mucho antes y la prevención debería existir dentro de la formación escolar. De este tema ya se han dado cuenta los docentes y buscan espacios para charlas de formación e información, pero debería ser un planteamiento serio e implantado de forma ordinaria y con una evolución dentro del proceso formativo – educativo. Espero que algún día tomen conciencia de ello.

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