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San Fernando

Mucho ruido y pocas nueces

El Plan de Protección del Litoral viene a repetir los temores de los políticos que no son, ni por asomo, los de los ciudadanos.

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El Plan de Protección del Corredor del Litoral de Andalucía puede ser un motivo de preocupación para las autoridades municipales de San Fernando, pero no menos que otros planes y protocolos firmados que hasta ahora no han tenido consecuencias. Y no debido a una exención en su aplicación por las condiciones singulares de San Fernando, sino porque en San Fernando se han movido tan pocas piedras en los últimos años -si se ha movido alguna- que la aplicación de cualquier normativa no ha hecho falta.

Es el caso del protocolo firmado por el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Defensa para que los suelos desafectados cercanos al litoral pasaran desde el primer momento a competencia de la Demarcación de Costas correspondiente y que sembró la alarma en los munícipes andalucistas, con las consiguientes llamadas a la tranquilidad por parte de los demás concejales afectos al Gobierno nacional de turno que aseguraban que Camposoto -que siempre está en medio- estaba considerada como una zona destinada al turismo por las condiciones especiales de la ciudad.

Nunca se supo si en el caso de que Camposoto se desafectara -lo que al día de hoy ni ha ocurrido ni se espera que ocurra- el protocolo en cuestión se impondría a las necesidades de una ciudad ahogada por la desaparición de la industria en toda la Bahía de Cádiz y sin turismo  a la vista.

Pues bien, la historia se repite. El Plan de Protección del Litoral de la Junta, nacido como respuesta a la mano abierta del Ministerio de Medio Ambiente que amnistía a la mayoría de las viviendas construidas ilegalmente a lo largo del litoral español, viene a sembrar la duda entre los munícipes isleños sobre su aplicación en San Fernando en un futuro, cuando se consiga desafectar Camposoto y cuando se consiga poder invertir en ladrillo en Polvorines, habida cuenta de que el ladrillo es lo único que puede desarrollar esa zona por la vía de la iniciativa privada. La duda del ciudadano, sin embargo, es si hay nivel en la ciudad siquiera para pensar que algún día se hará algo. Aunque sea mal.

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