Decir jamón de Huelva es nombrar un producto ibérico único, de calidad, reconocido internacionalmente, que constituye una seña de identidad de primer orden, y que entre todos, debemos poner en valor, aunque eso sí, debe ser regulado y vigilado, y parece que vamos con retraso. Porque todo lo dicho está en riesgo, según advierten desde el sector, por el retraso en la aprobación de la Norma del Ibérico por parte del Gobierno del Partido Popular en Madrid. Mantener la dehesa, el cerdo de bellota, la elaboración tradicional, rigurosa y artesana para poner en el mercado los mejores jamones requiere un esfuerzo ímprobo por parte de los ganaderos y de los productores que se ve ahora, sin embargo, menospreciado. No se entiende un retraso en la aprobación de la nueva regulación de la norma de calidad del cerdo ibérico, que fue fruto del consenso y que ha llevado al Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Jamón de Huelva a reclamar al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que diga “a las claras” si “defiende o no” el jamón ibérico como producto bandera de la gastronomía española y sus exportaciones. Es inconcebible que un texto como este, que beneficia a Huelva, a Andalucía, se retrase por las presiones del sector del cerdo blanco, en especial las llevadas a cabo desde Castilla y León. Dice muy poco de la seriedad de quien gobierna.
