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El Santo Entierro de Cristo y la Soledad llevaron el luto riguroso a los roteños

Aunque durante su salida se produjo la caída de la abundante humedad del día de ayer, llegando a temerse que se convirtiese en lluvia, pudo realizar su estación de penitencia a toda gloria

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El luto y la solemnidad fueron la nota dominante de la salida procesional de anoche del Santo Entierro de Cristo y Soledad de María Santísima, que de forma puntual, a las ocho de la tarde, franqueaba las puertas de la Iglesia de la O para recorrer el casco histórico de la localidad dejando escenas inolvidables en las retinas de los que disfrutaron de su paso por Rota. El día amanecía muy cargado de nubes, y hasta última hora se temía que esta Hermandad no pudiese procesionar, aunque los partes eran muy claros al respecto: no habría lluvias, como el año anterior, aunque sí una gran carga de humedad.

El Santo Entierro, no obstante, es una hermandad afortunada y valiente que pocas veces, como el año anterior, ha tenido que quedarse en capilla, y que en todo caso solo ha tenido que recortar su recorrido para adaptarlo a las previsiones. Y cuando ha apostado fuerte, ha ganado. Este año no han tenido nada que temer, aunque durante su salida, la fuerte humedad del ambiente y el viento hicieron que agua en suspensión cayese sobre la Hermandad, haciendo a muchos mirar al cielo y temiendo que se convirtiese en lluvia. No fue así.

Los nazarenos, de negro doliente, más de doscientos, comenzaron su lento recorrer por el centro de la localidad, acompañados de mujeres también de luto y luciendo la mantilla española. Como es habitual, en el cortejo se encontraba la representación de todas las hermandades locales, que quisieron acompañar a Jesucristo en su camino al sepulcro.

El Santísimo Cristo Yacente atravesó lentamente las puertas de la O. Esta hermosa talla atribuida a Diego Roldán y fechada en el XVIII, representa a un Cristo en posición cadavérica sobre su lecho mortuorio. Nuevamente la Hermandad ha optado este año por destinar el gasto en exornos florales a su labor caritativa, y el paso iba decorado de forma muy austera pero hermosa con flores silvestres, cardos y enredaderas. Además, iba exornado con una imitación a la piedra de Jerusalén.

El paso de Jesús Yacente, que es el único de la localidad cargado por una cuadrilla mixta, este año ha sido además el primero en el que se ha visto a dos mujeres ejercer de contraguías, respaldando el trabajo como capataz de Juan José Cañas García, que este año se estrenaba, con la ayuda de un segundo capataz  Manuel Jesús Fénix Real. Como viene siendo habitual, el Cristo fue acompañado por la capilla musical 'Lux Aeterna', aunque a su salida fue acompañado por una marcha interpretada por la Banda de Música Gastoreña, que acompañó a la Virgen de la Soledad durante todo su recorrido.

Tras el lento caminar de Jesús en su lecho de muerte, salía a la calle la Soledad, en paso de misterio, una imagen de singular belleza obra de José Pérez Conde de 1970. La Dolorosa va acompañada de la cruz a sus espaldas, y este año además, a los pies de la cruz, dos ángeles portaban una banda bordada con las palabras 'Mors Mortem Superavit' (la muerte venció a la misma muerte). El capataz de la Soledad fue Juan Antonio Lobato Silva.

El Santo Entierro ofreció hermosas imágenes y momentos emotivos por las calles del centro, como el paso de la Soledad bajo el arco del antiguo Ayuntamiento que conecta plaza de España con plaza de Andalucía. Como anécdota, el viento provocó que ardiese parte del sudario de la Soledad en uno de sus extremos, al acercarse a las llamas de la candelería, pero sin consecuencias graves.

La estación de penitencia del Santo Entierro se alargó, disfrutando de una noche de Viernes Santo perfecta, y en lugar de a la una y media de la madrugada, la Soledad entraba en la O a las tres de la mañana, despidiéndose de los roteños hasta el año próximo.

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