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Diez años de la revolución ?Matrix?

Ganó cuatro premios Oscar, recaudó más de 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del futuro. La simbiosis entre espectáculo audiovisual y filosofía de The Matrix, todo un fenómeno de la ciencia ficción, cumple hoy diez años de su estreno.

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Ganó cuatro premios Oscar, recaudó más de 460 millones de dólares y abrió las puertas al cine del futuro. La simbiosis entre espectáculo audiovisual y filosofía de The Matrix, todo un fenómeno de la ciencia ficción, cumple hoy diez años de su estreno. 

Desde la cibernética imagen del comienzo, cuyas letras y números en verde sin orden aparente sirvieron luego como icónico fondo de pantalla para miles de ordenadores, hasta su trepidante y romántico desenlace, The Matrix, a pesar de su estreno en 1999, es puro cine del siglo XXI. 

Thomas Anderson (Keanu Reeves), cuyo alias es Neo, descubre gracias a Morfeo (Laurence Fishburne), considerado el sujeto más peligroso por las autoridades, que el mundo en el que vive es una ilusión generada por ordenador, puesta ante sus ojos “para ocultar la verdad”. 

Esa “verdad” en The Matrix es que los seres humanos son esclavos de las máquinas, que se rebelaron en un momento de la Historia. Como se explica en el filme, “existen campos interminables donde los humanos no nacemos. Se nos cultiva”. 

Mientras tanto, la población vive en una realidad virtual, la misma que distrae las mentes humanas –en una actualización del mito de la caverna de Platón– mientras los cuerpos son empleados como fuente de energía para mantener el funcionamiento de las máquinas. 

Y ahí comienza la misión, repleta de símbolos cristianos, para Neo –anagrama de One, el elegido–, que debe liderar la lucha por la libertad de la humanidad desde la ciudad de Sión, con la ayuda de Trinity (Carrie-Anne Moss). 

“Imagino que ahora te sientes un poco como Alicia, cayendo por la madriguera del conejo”, le espeta en su primer encuentro Morfeo a Neo, la misma sensación que se tiene al ver por primera vez este cóctel de referencias a títulos clásicos. 

Los hermanos Larry y Andy Wachowski, directores y guionistas del filme, trufaron su obra, que posee tantos aficionados como detractores, con homenajes al cine que aman. 

Ya sea con los dilemas acerca de la inteligencia artificial, como en Terminator, el aspecto visual –pasado por la túrmix cyberpunk– que recuerda a Blade Runner, el parásito que se introduce en el cuerpo humano, al contrario que en Alien, o la persecución por los tejados a lo Vértigo. 

Este thriller, de atronadora banda sonora y repleto de imaginación, combina las premisas de la ciencia ficción tradicional con una tecnología en efectos visuales nunca vista hasta entonces. 

Destaca la técnica llamada bullet-time photography, una extremada ralentización asistida por ordenador que registra hasta 12.000 fotogramas por segundo, usada en escenas como en la que Neo logra esquivar las balas de uno de sus enemigos. 

A medio camino entre un relato futurista de Philip K. Dick y el cine de artes marciales de Hong Kong, el resultado final de la obra de los hermanos Wachowski abrió el debate sobre la convergencia cultural, entendida como una participación mucho más global en sus manifestaciones.

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