Un Pontificial un poco más largo de lo normal y una procesión más corta de lo habitual. Ése es el balance de la jornada de Corpus vivida ayer, en la que se echaron en falta algunos detalles y se disfrutaron otros tantos. Jesús Sacramentado estuvo una hora y cuarto en la calle, muy poco tiempo teniendo en cuenta el día que se celebra. En estos tiempos que corren se hace más necesaria que nunca la presencia de Dios en las calles y dio la sensación de que había ganas de quitarse de en medio lo más rápido posible. Es cierto que se agradeció el ritmo de la procesión, pero fue difícil ver al Señor más de una vez. Si la idea es andar más rápido para que la procesión no se haga tediosa, existe la posibilidad de alagar el recorrido.
El cortejo que precedía a la Virgen del Rosario empezó a salir de la Catedral a las 10.20 horas y quince minutos más tarde salía la Patrona a los sones de la marcha Stella Signum Fidei, interpretada por la Banda de Música Maestro Dueñas de El Puerto de Santa María.
A continuación empezaron a salir las representaciones que antecedían a la Custodia, que a las 11.15 horas estaba ya en la Plaza de la Catedral a los sones de la marcha Triunfal, interepretada por la Banda de Música de la Soledad de Cantillana.
Como notas positivas la nutrida representación de las hermandades, el decoro con el que vistieron la gran mayoría de las personas que participaron en el cortejo (habría que evitar lucir gafas de sol), el repertorio musical escogido por parte de las dos bandas de música, y la acertada decisión de la Cena de acompañar al Señor del Milagro con cornetas y tambores en su regreso a Santo Domingo.
Entre las negativas, por comentar algunas, las lámparas desproporcionadas (por pequeñas) que se colocaron en la calle Pelota.
