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A 270 kilómetros por hora

Juanjo Ramos ficha por Deza-Córdoba y compite en el Campeonato de Andalucía de Motociclismo. ¿Qué han visto en él? Ilusión.

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Se llama Juan José Ramos, Juanjo Ramos, es de San Fernando y uno de los dos pilotos que están compitiendo en la actualidad como semi profesionales. 

Llegó tarde al mundo de las motos y con 24 años a sus espaldas ya se exige más para poder correr en categorías superiores, aunque es consciente de que para hacerlo en alguna de las categorías del Campeonato del Mundo de Motociclismo hay que haber nacido sobre una moto.

El año pasado comenzaba a hacer sus pinitos por su cuenta y riesgo –y dinero- cuando se fijó en él el equipo Deza-Córdoba Patrimonio de la Humanidad, que lo ha fichado para esta temporada en la modalidad de 600 centímetros cúbicos. 

A diferencia de las carreras profesionales, corre en motos de serie de esa cilindrada a la que sólo se le pueden realizar mejoras de poco calado en las suspensiones o discos de frenos, por ejemplo, porque lo que intentan las marcas es vender sus motos al gran público. ¿Y qué mejor escaparate que haciéndolas correr en un circuito de velocidad”.

Su primera carrera con el nuevo equipo tuvo lugar en el Campeonato de Andalucía de Velocidad en Jerez, donde obtuvo un meritorio sexto puesto después de haber quedado séptimo en los entrenamientos. Desde su equipo se ha ponderado sus ganas de correr y de hacer las cosas bien, mucho más cuando fue el piloto de Deza mejor posicionado a pesar de correr con una lesión. 

Los inicios

Para llegar ahí desde donde empezó, por su cuenta y riesgo en una carrera donde quedó séptimo entre diez, ha tenido que trabajar mucho, recibir clases de pilotaje, limar errores y concentrarse en que tiene que salir a por todas en una competición en la que las dificultades están a la orden del día y en la que el piloto es el gran protagonista de las carreras.

Así hizo sus dos primeras carreras, con el apoyo de un club motociclista de Puerto Real y así conoció a los que ahora son su equipo, que lo invitaron a su box el año pasado, él pudo ver cómo trabajaban y ellos la ilusión que le ponía Juanjo Ramos.

Ahora tiene como maestro a Luis Castro, el jefe deportivo del equipo, un piloto experimentado que les transmite lo mejor, además de contar con unas instalaciones en Villafranca en las que pueden realizar prácticas de habilidad que les vendrán como perlas en las carreras. En BOX77 hay realmente una escuela de pilotos andaluces desde Andalucía “con niños a partir de cinco años”. 

El circuito y la carretera

Como todos los jóvenes pilotos, como enseñan los motoclubes y los equipos de competición, lo primero que aprenden es el respeto a la máquina y separar la carrera en un circuito de velocidad y la salida a la calle con las motos. Aquí hay factores que no dependen de él y de un mal uso puede surgir situaciones irreparables.

Dentro del circuito y dentro del equipo todo es compañerismo, pero reconoce que el pique entre compañeros no sólo existe, sino que es fundamental para superarse.

Lo que sí se echa en falta es ayuda institucional para los jóvenes pilotos y proporcionales la posibilidad de poder entrenar con más asiduidad en los circuitos profesionales, por otra parte y en muchos casos construidos y gestionados con participación pública. Algo así como la ayuda que reciben las escuelas taurinas con la organización de clases prácticas.

También es verdad que esta categoría no es cara y cualquier chaval que quiera gastarse sus ahorros puede competir, mucho más si tiene quien le eche una mano en la mecánica o en lo que se tercie, pero los parones son demasiado largos. De hecho, tras la primera carrera en Jerez la próxima es en el mes de agosto en Almería. Siguiendo el símil taurino, van de una a otra poco placeados.

Juanjo Ramos tiene ya en la cabeza la próxima carrera, precisamente en el circuito con la recta más larga, la que permite a su máquina correr a 270 kilómetros por hora, esas velocidades que sin ser las que se manejan en los campeonatos del mundo de las distintas cilindradas, conforme van pasando los años se les tiene más respeto. O más miedo.

“Yo creo que es una mezcla de las dos cosas pero sobre todo de miedo, porque los niños de cinco años se tiran a lo que les digan, lo toman como un juego. Luego comienzan a pasar más cosas por la cabeza, tu familia, tu trabajo...”, dice Juanjo Ramos.

Por eso a él, con cuerpo para pilotar en MotoGP -aunque ni lo sueña- le corre el tiempo en contra. No sólo el que consiga en el circuito, sino el otro. Pero está dispuesto a llegar a la meta. La meta razonable.

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