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Precaución y preocupación por el despertar del volcán Cotopaxi

"Empezó a salir ceniza" del volcán, aunque fue este sábado cuando "tipo once y media de la mañana estábamos en la casa y cayó una avalancha"

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  • VOLCÁN -

Julia Cañas es una joven ecuatoriana que tuvo que salir de su casa e ir a una zona segura cuando vio una avalancha bajar de la montaña, era un aviso del despertar del volcán Cotopaxi, un hermoso nevado que ahora preocupa al país.

Ella, su familia y otras cincuenta personas que habitan en el barrio Santa Rita, en la provincia de Cotopaxi, colocaron unas tiendas de campaña en una zona alta del sector considerada segura y alejada del río Cutuchi, uno de los desfogues del volcán y que corre cerca de su casa.

Julia, protegida con ropa gruesa y caliente para superar las frías temperaturas del páramo, cuenta que fue el viernes cuando todo inició para su comunidad.


"Empezó a salir ceniza" del volcán, aunque fue este sábado cuando "tipo once y media de la mañana estábamos en la casa y cayó una avalancha", luego "llegó la policía a decir que evacuemos porque era una cosa seria", relató a Efe la joven mujer que ha asumido con seriedad las tareas encomendadas.

Junto con otros jóvenes fue a su barrio, situado a unos cinco kilómetros de distancia del sitio de la acampada, para "vigilar, por seguridad" las casas, muchas de ellas abandonadas por completo.

Julia lo recuerda bien: "En mi casa somos cuatro miembros de la familia" y cuando se produjo la avalancha, "todos nos preocupamos, pero había que tranquilizarse para tranquilizar a nuestros familiares", contó.

"Tomamos comida y otras cosas y venimos acá", al sitio conocido como San Joaquín, en la zona de El Chasqui, una pendiente montañosa por donde recorre la carretera Panamericana, vía que une al sur y norte del país por el callejón andino.

Julia recordó que en 1991, cuando se presentó otra ligera pulsación sísmica en el Cotopaxi, las instituciones de asistencia les informaron de que ese era "un sitio seguro".

"Santa Rita (su barrio) no es seguro porque bordea el río Cutuchi" y, un eventual deshielo del nevado podría aumentar peligrosamente el caudal del afluente, añadió.

Se advierte de que han recibido capacitación, pues conocen bien la terminología del fenómeno, sobre todo la que suele utilizar el Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional, institución encargada de vigilar permanentemente al coloso.

Nicolás Iza, un dirigente del barrio, todavía recuerda como "bajó el lahar", flujo de lodo, con la explosión de la mañana del sábado.

Él y otros vecinos permanecían anoche en un redondel vial que une su localidad con la carretera, un punto que, según dijo, es "ruta de evacuación".

De Santa Rita "quizá un 70 por ciento de personas ya ha salido, un 30 por ciento todavía estamos" en el sector, comentó el hombre que, con otros, avivaba una fogata para amortiguar el duro frío de la noche.

Esta "es una zona de alto riesgo", pero estamos cerca de las viviendas "para proteger nuestras propiedades", añadió Iza al expresar la incertidumbre que ronda entre los vecinos sobre la evolución que tendrá el fenómeno natural.

También reclamó más información. Y es que la ansiedad de la situación agobia la larga espera de las personas que han salido de sus tierras en precaución de lo que pudiera venir más adelante.

Arriba, en San Joaquín, Julia y los otros vecinos permanecen en vigilia, "no se puede dormir", dice, porque también se aguarda por los que quedan abajo (en Santa Rita).

Allí, en la acampada, se respira solidaridad, todos contribuyen en la elaboración de comida, cuidado de los más pequeños y las tareas que surjan.

Julia no pierde su alegría y fe y recuerda que "este volcán es hermoso y esta tierra es buena. Ojalá ya se calme y deje ver su belleza".

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