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Jerez

Intramuros: se buscan 9.000 habitantes

Un escáner al casco histórico jerezano, habitado por un 64% menos de residentes que hace medio siglo: el 42% de las construcciones está desocupado y 26 de cada 100 edificios presentan un estado deficiente, muy deficiente o directamente ruinoso.

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Como esos pueblos fantasmas que buscan desesperadamente vecinos para que no les borren del mapa, el casco antiguo de Jerez pide a gritos signos de vida. Hace 55 años que el padrón municipal fijaba la población del intramuros jerezano en 13.813 personas. Hoy viven 4.914, solo el 2% del total censado en el municipio. Un 64% menos que hace medio siglo. Los expertos coinciden: el problema capital del centro histórico es la desertización y la falta de atractivo. Los vecinos también: “Aquí ya no vive nadie, no hay la alegría que había antes en la calle”. 

“Sin exagerar, hay más gatos que personas viviendo en intramuros”, resume gráficamente Irene Luque, integrante junto a Jorge Izquierdo de Infusiones Urbanas, un joven estudio de arquitectura que hace un año diseñó para Emuvijesa, la empresa municipal de vivienda, el proyecto ‘Diagnóstico: Intramuros’. Esta próxima semana el gobierno municipal tiene previsto presentar en rueda de prensa su plan director para el corazón de la ciudad, extensivo además a los arrabales históricos de Santiago y San Miguel.
A falta de conocer las propuestas concretas, a buen seguro no será nada que no se venga anhelando desde 1982, cuando el centro fue declarado conjunto histórico-artístico en el BOE y, en paralelo, se aprobó el Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo. El primero de los muchos que vendrían hasta llegar al decadente y ruinoso estado actual.

Ahí va el chorreo de datos: el distrito cuenta con 100 manzanas y 957 parcelas en una superficie de suelo neto de 42,5 hectáreas. Hay 2.574 viviendas (una densidad de 48,07 viviendas por hectárea), en las que viven 1,91 habitantes de media. El 61,1% de techo es residencial y el 38,9% restante no. En el global, el 42,46% del techo construido residencial y no residencial no cuenta con población empadronada. El 26,44% de edificaciones presentan un estado deficiente, muy deficiente o directamente ruinoso. Hay 22.092 metros de solares (el 4,27% de superficie).El aspecto de la desocupación, sin duda, es el más llamativo del exhaustivo estudio. Más allá de la ruina generalizada, si una casa no tiene vida difícilmente puede ser conservada. En el intramuros ocurre eso.

El análisis detecta no solo las parcelas o edificaciones sin empadronados, sino también aquellas donde no hay consumo de agua, el factor más revelador de la ausencia de vida. A la falta de habitantes se suma el hecho de que quienes viven cada vez son más mayores. Un ejemplo: la tasa de envejecimiento en Jerez es del 13,99%; en intramuros, del 17,77%. El 69% de población tiene más de 30 años.Para más rémoras, el 42% de población es considerada como vulnerable.Personas o grupos que por sus características de desventaja por edad, sexo, estado civil, nivel educativo, origen étnico, situación o condición física-mental, requieren de un esfuerzo adicional para incorporarse al desarrollo y a la convivencia. También que por sus condiciones sociales, económicas, culturales o psicológicas pueden ver vulnerados derechos fundamentales.

Teniendo claro que lo que hace falta es vida, el diagnóstico pasa a la acción y se pregunta cuántos habitantes caben en el intramuros jerezano.Y se responde a sí mismo: entre 10 y 12.500 residentes en total. Con ellos podría sumarse la población actual de Benalup, de Alcalá de los Gazules o la de Castellar y Grazalema juntas.

“Si al techo de 365.903 metros que se encuentra desocupado o infrautilizado se le aplican las horquillas estándares de ocupación suficiente se alcanzaría un resultado de entre 6.098 y 9.147 habitantes más”, exponen los arquitectos.

La capacidad de carga para el conjunto de intramuros estaría en total entre 11.012 y 14.061 residentes (205-262 habitantes por hectárea). Números similares a los anteriores al éxodo que comenzó a fraguarse en la década de los 60 del siglo pasado. Como curiosidad, en el entramado histórico jerezano caben 4.443.000 flamencos, 43,57 terrenos de juego del Estado Municipal de Chapín, 80 muñecos gigantes de Bibendum como el de la rotonda del Michelin, 1,75 veces Área Sur... “Hay disponibles aproximadamente más de 300.000 metros cuadrados de techo residencial”, aseguran en el profuso análisis.
De la investigación del consumo de agua por parcelas, corregidos los datos con el trabajo de campo, resulta que no tiene actividad un 24% del techo no residencial. Inyectar movimiento económico a estas construcciones (291.915 metros potenciales) supondría un cálculo de generación de 4.500 empleos en el distrito. “Una consecuencia directa de esta optimización territorial sería el ahorro en consumo de suelo que supondría que estos nuevos habitantes y empleos se alojaran en intramuros: un ahorro que podría alcanzar la cifra de 198,69 hectáreas”.

Si se agrupan las edificaciones infrautilizadas (menos de 65 metros de techo residencial por persona) y los desocupados se obtiene que el 80% del espacio puede ser objeto de una mejor utilización.
El tótem del urbanismo andaluz, el jerezano Manuel González Fustegueras, sostiene que el centro de Jerez solo necesita una triple receta: “Intervenir, intervenir e intervenir”. “Puedo comprender que no haya economía, pero hay que preparar el futuro. No valen paños calientes. Recuerdo que mis primeros trabajos en el Ayuntamiento se basaban en esa intervención y en concentrar energía: la poca iniciativa privada que haya, hay que obligarla a que vaya ahí. Y lo mismo también hay que hacer efecto demostración: actuaciones que les digan a los privados que esto es posible”.

Técnicos municipales vienen trabajando desde la pasada legislatura en la construcción de un eje cultural concentrado –y económico, consecuentemente- que ‘tire’ de la regeneración social y urbanística de intramuros. Fagocitado por la crisis y las guerras políticas el macroproyecto de la Ciudad del Flamenco, auténtica zona cero del casco antiguo, la propuesta pasa por la recuperación compartida entre lo público y lo privado con múltiples actuaciones simultáneas: ¿qué hacer con el solar de plaza Belén, con el tabanco del Duque, con el Astoria, con Riquelme…? “Hasta ahora todo habían sido acciones aisladas. Ya sabemos qué pasa, ahora hay que saber qué hacer”, comentan desde Infusiones Urbanas. De hecho, en los últimos 30 años se ha intervenido en el 50% de la superficie total construida. En estas tres décadas hay un porcentaje superior al 25% de obra nueva, por lo que ha habido un "grado de renovación edificatoria importante". ¿Ha servido para revalorizar el conjunto, para evitar el derrumbe progresivo, para recuperar población y señales de futuro? Rotundamente no.

Cuando se diseña para el tráfico se consigue más tráfico

En intramuros hay 1.843 árboles y 2.201 plazas de aparcamiento a 5-10 minutos andando. El perímetro de la antigua muralla almohade mide 3.018,28 metros cuadrados, pero el lienzo solo es visible o está conservado en algunos tramos.

Intramuros tiene 8 accesos peatonales, un acceso con entrada y salida de vehículos, 7 solo de entrada y 4 solo de salida, más otro cerrado (recientemente se reabrió calle Cordobeses). En este contexto, el anterior gobierno local decidió duplicar la superficie de aparcamiento regulado por la ORA.

Esta perversa ampliación toca de lleno a intramuros ante la indignación vecinal que asegura que desconocía que dicho acuerdo hubiese salido adelante. Pero salió, solo quequedó congelado hasta después de las elecciones. Un dislate incomprensible.

El sociólogo y presidente de Project for Public Spaces, Ethan Kent, sostiene que “cuando se diseña para los lugares y las personas, se obtiene los lugares y las personas”. Pero, ojo, agrega: “Cuando se diseña para los coches y el tráfico, usted consigue más vehículos y más tráfico”. Blanco y en botella.
Una situación como la que se mantiene durante años, que podría entenderse como “todo para el automóvil”, está provocando, según Infusiones Urbanas, “costes sociales, económicos y ambientales que no han sido evaluados y que no sabemos hasta qué punto la causa del deterioro o falta de atractivo puede deberse a la dominancia del vehículo privado”.

Al imperio del vehículo privado por la trama urbana medieval se une la infradotación existente a nivel de barrio y la sobredotación que hay a nivel de equipamientos de ciudad en intramuros.
El 44,3% de los equipamientos es público, el 55,7% es privado. El equipamiento público de proximidad es de un 4,11% mientras que un 11,47% de superficie de equipamiento es privado. El porcentaje del uso religioso sobre el total de los equipamientos es de un 42,8%. Hay 14 plazas públicas inferiores a 1.000 metros.

Las bodegas

Caso aparte merece la valiosa arquitectura bodeguera. Las bodegas han sido la esencia de la historia en los últimos siglos de la ciudad y será, o deben ser, parte significativa de su futuro. Según Catastro, hay 46 parcelas de uso industrial-bodeguero en el casco antiguo que supone un 42,7% de uso no residencial. De los datos catastrales y las verificaciones realizadas, hay 46 parcelas con uso bodeguero y de ellas 17 se encuentran activas como uso bodeguero. “Es muy alarmante la desaparición del uso de bodegas en intramuros, una parte muy significativa de su identidad, que eliminará una base sólida y auténtica para cimentar y proyectar la componente turística, enológica y monumental del futuro”, expone atinadamente el diagnóstico municipal.

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