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Sevilla

Condenado a 16 años por violar, amenazar de muerte y golpear con una porra a su novia embarazada

Cuando el imputado cesó en su agresión, la víctima consiguió salir de la vivienda con la excusa de ir a comprarle tabaco, llamando por teléfono a su madre y dirigiéndose ambas a denunciar lo ocurrido

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El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla que condenó a 16 años y medio de cárcel a un hombre acusado de violar, amenazar de muerte y golpear con una porra de madera de 45 centímetros de longitud a su novia embarazada en la localidad sevillana de Dos Hermanas al pensar que ésta mantenía una relación sentimental con una amiga.

   En la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, la Sala de lo Penal del Supremo rechaza el recurso interpuesto por la defensa de A.R.M. contra el fallo de la Sección Cuarta que lo condenó a 14 años de prisión por un delito de violación; a un año por un delito de lesiones, y a otro año de cárcel por un delito de amenazas, así como a cinco años de libertad vigilada una vez salga de prisión y al pago de una indemnización de 15.500 euros.

   El acusado recurrió alegando, entre otros motivos, que el delito de amenazas debió quedar absuelto por el de violación, "en la medida en que la violencia o intimidación que fue precisa para el ataque sexual abarcaría en su desvalor el mensaje intimidatorio" dirigido hacia la víctima.

   El Supremo dice que, aunque "es cierto que la descripción del factum contiene dos ataques sexuales violentos, en los que la atmósfera intimidatoria estuvo siempre presente", entre ambas secuencias "se interponen dos ataques con sustantividad propia y que, por tanto, han de ser castigados independientemente".

   De un lado, se encuentra "el que estuvo dirigido a la integridad física de la víctima, toda vez que fue golpeada de forma gratuita e innecesaria para la consecución del objetivo inicial que animaba al acusado", ya que el imputado "se valió de una porra de madera, de unos 45 centímetros de longitud, con la que golpeó reiteradamente la espalda y el costado de la víctima ocasionándole" distintas heridas.

   El segundo "ataque" es el relativo al que "afectó a la seguridad de la agredida y a su tranquilidad de ánimo, perturbadas como consecuencia de las amenazas", dice el Supremo, que agrega que "las amenazas de dar muerte a la víctima no se utilizaron como instrumento para conseguir que aquélla se prestara al acto sexual inconsentido, sino como medio de obtener una confesión de la supuesta infidelidad o como anuncio de castigo por ella".

   "Al tener un contexto, un motivo y un objetivo diferentes de la obtención del acceso carnal, las amenazas no llegaron a formar parte de la dinámica ejecutiva del delito de violación, de ahí que no puedan quedar absorbidas en el delito de violación y hayan de ser sancionadas con la independencia que exige su sustantividad", argumenta el Supremo en esta sentencia consultada por Europa Press.

   De igual modo, el tribunal dice que la sentencia condenó al imputado basándose para ello "en la declaración persistente, veraz y ausente de todo ánimo espurio por parte" de la mujer, una declaración que "resulta corroborada por el parte de asistencia facultativa y los informes clínicos que se emitieron a raíz de la denuncia", así como por la detección del perfil genético del acusado en las mallas y la ropa interior de la víctima, a lo que se suma la admisión del propio acusado, quien reconoció haberle propinado "un par de bofetadas" para que se tranquilizase.

   "La ausencia de restos seminales no está en contradicción con la declaración de la denunciante", pues ésta "había sostenido en todo momento que el acusado, tras obligarle a realizar una felación, terminó por eyacular en su boca y sobre su rostro, de forma que el hecho de que no se encontrasen restos seminales en la ropa de la mujer, no sólo no contradecía la versión de ésta, sino que era plenamente congruente con ella".

LOS HECHOS

   Los hechos tuvieron lugar sobre las 16,00 horas del 13 de febrero de 2014, cuando, estando en compañía del acusado en la vivienda que ambos compartían en la calle Clavel de Dos Hermanas, la víctima --embarazada de cuatro meses y medio-- recibió una llamada de una amiga o conocida que fue atendida por el imputado, "como tenía por costumbre para filtrar y controlar las comunicaciones de su pareja".

   Al finalizar la conversación, el condenado "montó en cólera" contra su novia, "a la que acusaba de haber mantenido una relación homosexual con la mujer que había llamado", tachándola de "puta, guarra y bollera" y propinándole dos bofetadas en la cara, tras lo que se bajó los pantalones y le exigió que le hiciera una felación, todo ello en presencia de un hijo que la víctima había tenido de una relación anterior y que contaba con tres años.

   La afectada pidió entonces al acusado "que no montase semejante escena" delante del niño, por lo que la llevó por la fuerza al cuarto de baño, donde, obstruyendo la puerta para impedirle la salida, volvió a golpearla con manos y pies en la cara y el cuerpo, zarandeándola por el cabello hasta obligarla a arrodillarse y abrir la boca, donde el acusado "le introdujo violentamente el pene", llegando a eyacular.

'TE VOY A METER DOS PUÑALÁS'

   "Tras la forzada felación", el procesado volvió a insistir en la supuesta relación que la víctima había mantenido, sacando una pequeña navaja que esgrimió hacia su novia al tiempo que le decía 'antes de que llegue la noche te voy a dar la muerte, te voy a meter dos puñalás, dime la verdad, que no me importa comerme 20 años de cárcel', a lo que ella respondía que no le hiciera nada y que pensara en el hijo común que llevaba en el vientre.

   El acusado le dijo entonces que "lo que ella tenía dentro no era más que una 'manzanita' y que la tenía que matar", tras lo que salió del cuarto de baño y regresó con una porra de madera "aparentemente maciza" y de 4,5 centímetros de diámetro en su parte más gruesa con la que golpeó "reiteradamente" en la espalda y el costado a la afectada, que recibía los golpes mientras trataba de cubrirse el abdomen para proteger su embarazo, "sin que por ello el procesado cejara en su agresión mientras gritaba que no iba a tener compasión, que a él le habían pegado muchos palos y que le daba igual que ella sufriese".

   Seguidamente, el acusado sacó a su novia del cuarto de baño y la llevó a la habitación del menor, donde continuó golpeándola con la porra y le bajó las bragas con la intención de penetrarla, sin conseguirlo porque la víctima se revolvía. Tras ello, volvió a ponerla de rodillas por la fuerza y le introdujo nuevamente el pene en la boca, hasta que por último volvió a emprenderla a golpes con ella y le apretó "fuertemente" el cuello con las manos mientras "le repetía su aviso de darle muerte antes de que acabara la noche".

   Cuando el imputado cesó en su agresión, la víctima consiguió salir de la vivienda con la excusa de ir a comprarle tabaco, llamando por teléfono a su madre y dirigiéndose ambas a denunciar lo ocurrido, todo ello mientras el acusado trasladó al hijo de la mujer a casa de la madre de ésta, donde fue detenido por la Policía.

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