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En blanco

"Charlatanes con carnet de periodista manipulan mediáticamente, en función de su idiosincrasia, muchas veces pagadas por ideologías e intereses de grupo, llevando a la estratosfera del absurdo informativo, sesgos que los ciudadanos de a pie vienen soportando..."

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  • Ilustración de Jorkareli. -

¿No les pasa a ustedes?
A veces las coordenadas y arquetipos neuronales, en su conjunción atópica – reacción anormal de hipersensibilidad a diversos alérgenos – se sublevan. No responden. Simplemente se van a dormir el sueño de los justos.
A veces la realidad es tan sub-real, que por más que uno intente encajarla en un discurso coherente, no hay manera de hacer que las piezas encajen con cierto sentido común en este ´revuelto´ que, día a día, obliga cambiar de sartén.
Si la placidez implica serenidad y ésta a su vez nos sitúa en el campo gravitatorio del pensamiento lúcido, sosegado, equidistante, a través del que pudiéramos llegar a ordenar aquella realidad, el fastidio o malestar, como antónimos, nos llevan a la acera opuesta, distanciándonos de la mínima objetividad en el análisis de las cosas.
Sobreponerse a aquellos alérgenos que supone la suma de contradicciones resultantes en las comparativas cuantitativas y cualitativas que existen entre ´titiriteros´ y ´corbaflautas´  (friki – flautas vestidos de corbata), comporta tanto esfuerzo añadido que no es de extrañar, sean las neuronas, las que se declaren en huelga o simplemente se queden en blanco.
Como un lienzo en blanco se queda uno, ante la lucidez legislativa y jurídica – ¿qué podemos decir de la lucidez política? – cuando comparamos imputaciones, peticiones fiscales y penalizaciones cuyo presunto grado de criminalización, pasa por el filtro de la posición social, económica, política o de ´soldado raso´; es decir simple trabajador de la escena que no ha tenido la suficiente delicadeza – quizá les haría falta para el bocadillo – de auto gestionar el contenido y contesto de su representación pública.
¿Se persigue igual a un estafador recalcitrante, con perseverante intencionalidad en el beneficio propio y consiguiente dolo social, cuya actuación alevosa y continuada elimina cualquier duda en intencionalidad, que al muñeco de trapo, cuyo desacertado guion, levanta voces encrespadas de aquellos que blindan sospechosamente cargos públicos?
Encajar piezas en el puzle de una sociedad estigmatizada por la austeridad y el recorte, mientras cada día surgen nuevos casos de corrupción en nuestro país con ´desfalco´ al erario público, es como intentar meter un elefante en un seiscientos. Sobre todo cuando el elefante es la evidencia denunciada, día a día noticiada, y en muchos casos declarada, de quienes ahora levantan aquella voz escandalizados por un desliz escénico, con el que quizá no nos sentimos cómodos en el marco exhibido, pero que su repercusión nada influye en las tremendas dificultadas que millones de personas tienen hoy en nuestra sociedad.
Charlatanes con carnet de periodista manipulan mediáticamente, en función de su idiosincrasia, muchas veces pagadas por ideologías e intereses de grupo, llevando a la estratosfera del absurdo informativo, sesgos que los ciudadanos de a pie vienen soportando.
Gastos relativos a lujos convertidos en viajes, trajes, coches con conductor o aquellos que no correspondían a actos oficiales, convierte la Santa – Leaks o RitaLeaks en otro reflejo más de las mil caras de la malversación de caudales a través del que veinticuatro años no es nada, y a la vez reflejo de una situación en la que los ciudadanos no tuvieron la sagacidad de entrever con quién estaban tratando.
Quizá sea la cara, ésta, la de Taula, en su proceso de investigación a la práctica totalidad de los responsables uno de los ayuntamiento más relevantes de España, la cruz del absurdo más insidioso de quienes no quieren ver, se sienten cómodos en la contemplación de los fuegos de artificio y no cumplen con su obligación de ciudadanos en cuanto a su participación, discusión, análisis y voto, obligando definitivamente a que la política adquiera la calidad que pudiera representarles definitivamente  como se merecen.

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