La Universidad de Granada (UGR) se plantea suprimir de aquí a dos años la convocatoria de exámenes de septiembre y trasladarla al mes de julio con el objetivo de reordenar el calendario académico, favoreciendo que las clases empiecen antes.
La propuesta ya ha sido planteada en las reuniones de decanos y directores de departamentos, sin que se hayan mostrado demasiadas reticencias, y también está siendo analizada con la Delegación General de Estudiantes, según ha señalado la rectora de la UGR, Pilar Aranda, en una entrevista concedida a Europa Press.
Aranda ha hecho hincapié en que los estudiantes "seguirían teniendo dos convocatorias y el mismo tiempo para estudiar del que disponen ahora", mientras que desde el punto de vista de la gestión y administrativamente la medida "no tiene discusión".
"Nos ajustamos al plan nacional, a la movilidad internacional y a un calendario que cuando volvemos en septiembre nos permite volver a empezar un curso", relata la rectora.
Las clases empiezan ahora en torno al 22 o el 23 de septiembre y la idea es adelantarlas unos diez días. De esta forma, añade la rectora, los alumnos iniciarían el curso sabiendo de qué se tienen que matricular y qué grupos de prácticas se pueden hacer, con un postgrado "que puede empezar a tiempo, ya que ahora lo hace demasiado tarde" al haber estudiantes que finalizan en septiembre que quieren apuntarse a un máster y ya van a "contrapelo".
Todo ello permitirá una mayor coordinación entre las distintas acciones que realiza la universidad, facilitando la movilidad de los estudiantes, de forma que cuenten con plazos más adecuados, y pensando también en la captación de estudiantes extranjeros.
"La internacionalización del postgrado necesita que cambiemos el calendario porque perdemos estudiantes de otros países que no pueden preinscribirse hasta muy tarde y eligen otras universidades que sí les aseguran que tienen plaza", relata Aranda.
El cambio de los exámenes de septiembre a julio, que ya está implantado en buena parte de España en la línea del modelo europeo, es demandado por todos los administradores de los centros de la Universidad, en tanto que ahora cuando comienzan las clases "aún hay alumnos matriculándose, estudiantes alterando matrículas o algunos a los que a lo mejor no les ha salido el acta", escenifica Aranda.
Subraya, no obstante, que esta idea aún está en estudio porque "se quiere oír a todo el mundo, los pros y los contras". La pretensión no es aplicarlo este próximo curso, sino el siguiente y aunque la rectora pensó inicialmente en un proyecto piloto para hacerlo de forma progresiva, entrañaría mucha dificultad, de forma que, de tomarse la decisión, se implantaría "de golpe".