Esto se ha liado de tal manera que uno no sabe ya si hoy acaba o empieza la Feria. Quien más y quien menos había macerado con el tiempo una suerte de calendario que permitía ir salvando la semana con mayor o menor fortuna. Por establecer un paralelismo, en las cosas del albero se había establecido una ‘entente cordiale’ similar a la que rige cuando llegan los días más señalados de la Navidad: la Nochebuena en casa de fulano, la Navidad en la de mengano, la Nochevieja en…, y así. No había que pensar nada más, porque el guión ya estaba escrito.
Pero ahora…, ¿ahora qué hacemos? ¿Hoy es domingo de Feria o de Preferia? ¿Mañana es lunes de Feria o de resaca? ¿Y el martes empieza la Feria o ya ha terminado? Un lío, esto es un lío, un sálvese quién pueda, un ‘los niños y las mujeres primero’ que nadie sabe realmente cómo va a acabar.
De entrada, todo correcto. El parque González Hontoria está dónde mismo lo dejamos hace ya doce meses bajo la siempre incumplida promesa de recuperarlo como lugar de esparcimiento y disfrute de jerezanos y jerezanas, perros, niños y gatos; ya saben, ese bla, bla, bla que se repite desde tiempo inmemorial y que en la Feria viene a ser cómo ese hilo musical que parecen traer de serie todos los ascensores del mundo.
Zapatos limpios, camisas planchadas, alergias todavía bajo control, resacas aún por venir, ganas de fiesta, algún billete de más en la cartera... Los fuegos artificiales, el encendido del alumbrado, la exclamación general… Lo que viene siendo una noche de alumbrado…, hasta que reparas en que no hay excusas para salir corriendo del parque, y ahí aparecen de verdad los nervios. ¿Qué se hace en la Feria cuando se acaba de encender el alumbrado y el día siguiente no es laborable?
Porque se trataba de dar una vuelta, ensuciar un poco los zapatos, arrugar algo la camisa y regresar a casa con un ligero picorcillo en la nariz. Para eso ya estábamos entrenados, pero eso no valía. Ayer había cierta obligación de llevar las cosas un poco más lejos; ayer consistía en entremezclar el ímpetu del estreno con el esfuerzo supremo que suele hacerse el sábado de Feria –el de siempre- cuando esto, irremediablemente, “se nos va”.
Y a ese extraño maridaje debía añadirse el hecho de que hoy no es domingo ‘de resaca’, sino víspera de uno de esos días que el calendario suele marcar en rojo.
Líos al margen, dicen que a eso de las diez de la noche de ayer se encendieron más de un millón doscientas mil bombillas, y digo dicen porque no conozco a nadie que haya tenido la santa paciencia de contarlas y aquí en Jerez parece que históricamente hemos sido aficionados a engordar los números. O sea que igual son un millón doscientos mil, o igual no lo son. Pero vamos, sean más o menos, el resultado, como siempre, es espectacular. Jerez es la ‘catedral de la bombilla’ y eso no va a venir nadie ahora a discutirlo.
El Ayuntamiento hizo este viernes una previsión del número de personas que podía acudir al encendido del alumbrado. Se habló de 50.000. Tampoco las conté, para qué vamos a engañarnos. Serían 50.000, 100.000 ó 25.000, cualquiera sabe. Ambiente había, eso es indudable, pero no seré yo quién le ponga el cascabel al gato. Ahora que con tanta frecuencia se ponen en cuestión los números, Dani ‘Penumbra’ Carretero está perdiendo la oportunidad de su vida para hacerse de oro.
A la Feria se puede llegar a pie, en autobús, en taxi, en coche particular –poco recomendable- e incluso en bicicleta. Definitivamente, si de Jerez no sale un Alejandro Valverde o un Alberto Contador no va a ser por ganas. A la Feria se puede llegar en bicicleta y aparcar junto a la portada, que para eso se han dispuesto 40 plazas. Lo que ya no está tan claro es que se pueda regresar. ¿Es posible montar en bicicleta con cierto decoro –y con garantías de éxito- después de pasar por el González Hontoria?
Esto acaba de comenzar, pero no lo parece, porque hoy es domingo y mañana es fiesta de (nadar y) guardar (la ropa). La Feria de Jerez ha roto todos sus esquemas en busca de un nuevo modelo que se adapte en mayor medida a los usos y costumbres que el pueblo fue imponiendo con el paso del tiempo. Claro que igualmente será el tiempo el que determine si se ha acertado o si por el contrario a la vuelta de unos años termina desapareciendo el segundo sábado de Feria al igual que hemos enterrado al histórico domingo de Feria.
La noche del sábado de Feria se ha adelantado una semana. Hoy, de momento, es domingo, domingo de Feria ya, aunque apenas se haya encendido el alumbrado. Un lío…