El título del disco es sugerente. Según el diccionario de la RAE, Resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un estado o situación adversos.
–Creo que hace referencia a la capacidad del ser humano para estirarse sin romperse frente a una situación traumática de su vida saliendo reforzado de ella.
¿Hablamos de una Diana distinta?
– Resiliencia es una experiencia vital vivida en primera, segunda y tercera persona. No necesariamente todo lo he vivido yo, pero sí era una necesidad de contar un proceso resiliente de maduración y de crecimiento personal convertido en música. El disco encierra un mensaje muy positivo y vitalista a esas experiencias que he dado forma en trece joyas musicales que me han ayudado los músicos Iñaki García, Paco Salazar y Carlos Vera, con la producción de mi querido Bori Alarcón, que ha hecho un trabajo extraordinario. En definitiva, es un viaje musical a una experiencia vital con un final muy positivo y feliz.
¿Qué lugar ocupa este nuevo trabajo musical dentro su larga carrera artística?
–Es volver a empezar. Todo lo que he hecho ha sido una parte de Diana Navarro, pero ahora es como empezar de nuevo; soy otra. He crecido mucho, tengo 38 años, cuando empecé tenía 26 con No te olvides de mí, llevo cantando desde los 9 años... Entonces es como un punto y aparte. Todo lo de antes era Diana Navarro y ahora es otra Diana Navarro, desde los 38 años y desde la visión que tengo ahora.
¿Este nuevo rumbo en su música supone desligarse de sus raíces flamencas?
–No, para nada. Yo no olvido ni la copla, ni la zarzuela, ni la lírica ni el flamenco. La música tradicional me encanta y me sigo denominado folctrónica, folclórica y electrónica, pero sí es verdad que me gusta mucho seguir evolucionando y aprendiendo cosas diferentes y sí necesitaba hacer ahora esta resiliencia. No olvido mis raíces tradicionales pero conceptualmente sí que es verdad que es otra cosa.
A partir de ahora ya si que no será considerada una cantaora de flamenco.
–Sí es verdad que no me gusta que me llamen cantaora de flamenco, porque me merece mucho respeto. Siempre seré una eterna aficionada.
Después de la trilogía de géneros españoles, ¿este álbum de estudio con temas totalmente nuevos no representa una apuesta arriesgada?
–No he pensado en los riesgos. Me ha llevado la necesidad de hacerlo y como es una verdad de mi corazón no he tenido miedo de presentarlo a toda la gente. Me da respeto porque me gustaría que a la gente le guste. No lo he hecho pensando en si va a vender o no, sino que llegase al corazón de la gente de la manera que a mí me ha llegado crearlo. He puesto lo mejor de mí y puedo decir que es la mejor versión de Diana Navarro.
¿En qué se ha inspirado?
–He empatizado mucho con situaciones reales, imaginarias, situaciones que he vivido en primera persona en este proceso de crecimiento personal que llevo experimentando desde 2009. Este disco es como una especie de camino sanador. Hay canciones terapéuticas, como Me amo y me acepto completamente, inspirada en una técnica de desprogramación de pensamientos negativos a través de la acupuntura.
Se ha formateado.
–Sí. Totalmente. Creo que hay momentos en la vida que hay que hacer eso, porque es muy difícil no repetirse; al final siempre haces lo mismo, que es cantar al amor y al desamor, pero hay que argumentarlo de otras maneras.
¿El adelanto ‘Ni siquiera nos quedó París’ puede decirse que es el reflejo de ‘Resiliencia’?
–Ni siquiera nos quedó París es el puente entre la Diana anterior y la de ahora. Hay mucho en Resiliencia que que va a sorprender.
¿Aparte de la música hay otros proyectos a la vista?
–Estamos preparando cosas, pero no hay nada en firme. Sigo formándome como actriz, que me encanta, y en ello estamos.