Si le aprieta la urgencia por la barriada de Santa Rosalía y se acerca a la ‘Asociación Cultural La Copla’, en la Plaza Salvador, más le vale estar en buena forma. Los mayores con movilidad reducida de este centro municipal, donde, desde las ocho y media de la mañana ya encontramos a gente jugando al dominó, se las ven y se las desean para pasar la prueba del “escalón de la necesidad”. Llevan más de un año esperando que el Ayuntamiento de Málaga haga accesible los aseos. En este tiempo ya han vivido más de un susto. “Se nos cayó un abuelo un día y no podíamos ni levantarlo”, recuerda Antonio Martín, vocal de la Asociación de Vecinos El Progreso. Tampoco está mejor la primera planta. Donde antes estaba la biblioteca municipal, ahora se aprenden verdiales o flamenco. Eso sí, si se superan las estrechas escaleras.
La accesibilidad suspende también en esta barriada del distrito de Campanillas con la ausencia de aceras en la calle Ronda de Saliente, hacia el polideportivo. “Aquí termina el mundo”, se queja Ana Pozo, vecina, mientras señala las malas hierbas que han crecido a sus anchas, por donde deben abrirse paso los viandantes. La falta de mantenimiento de las zonas verdes es otra queja recurrente tras un simple paseo. Frente a la piscina del barrio, “enterrada, una verdadera pena”, nos recuerda Rubén, una caseta llama nuestra atención en Pasillo de las Flores. “La olvidaron de una obra de aquí en frente hace años”, inciden. Frente al colegio, las casas de la calle donde vive Antonio, Del Moral, atesoran grietas más propias de una película de terror.
En Maqueda, un núcleo levantado a base de autoconstrucción, los mayores se llevan la peor parte. Las cuestas imposibles, como la de la calle de las Mellizas, donde vive otro vecino y miembro de la asociación, Alonso Vargas, ponen a prueba hasta el cotidiano hecho de bajar a tirar la basura. “Solo hay acera en un lado, pedimos que se arregle e instalen una barandilla”, dice.
Precisamente, barreras, “como en los toros” han sido la solución que se adoptó en calles como Quebrantatinajas, para prevenir caídas, a la vista de los escalones de más de un metro de altura que ponen un nudo en la garganta a cualquiera. Carmen Fernández, de 86 años, desfila la calle con su andador. Se acerca hasta la casa de María Meléndez, de 89, donde su cuidadora se afana por desplegar la silla y sentarla para que le de el aire.
En Tirteafuera, Antonio Jiménez, impedido con muletas, lleva siete años “atrapado” por cuatro enormes tramos de escaleras. “Como en un callejón sin salida, cuando viene la ambulancia, hay que rezar para que no venga solo con el conductor”, dice su mujer Maribel Vargas. Historias cotidianas donde el escalón, ya sea por exceso como por defecto, traen de cabeza a estos vecinos. Los socialistas llevan a la comisión de Urbanismo una moción en la que piden que el Ayuntamiento establezca un plan urgente de accesibilidad en Maqueda y mejore el acerado y cuidado de las zonas verdes de Santa Rosalía. Esperan además que ‘La Copla’ no siga esperando más.