A dos años de la finalización de su actual mandato, el rector de la UCA, Eduardo González Mazo, pasa revista a las cuestiones fundamentales del ámbito universitario en la provincia, a medio camino entre los logros alcanzados y los retos que aún quedan por delante.
“Hemos atendido las tres reivindicaciones de la Facultad de Medicina: contratar más profesores, reducir el número de alumnos y mejorar las infraestructuras”
En un entrevista publicada hace tres años confesaba que con la crisis, los recortes, mantener la educación pública de calidad en la universidad era misión imposible, ¿qué ha cambiado, si ha cambiado algo desde entonces?
—Recuerdo esas declaraciones y las enmarcabas dentro de un ámbito complicado, en 2013, sometidos entonces al real decreto con medidas de racionalización del gasto público que incluían recortes a las universidades, así como el incremento del coste de las matrículas y la reducción de la concesión de becas; medidas que impedían que todo el mundo pudiera acceder a la universidad pública. Y hablaba también de calidad, porque esas medidas aludían a unas tasas de reposición del profesorado que impedían reponer las plazas de reposición necesarias para los próximos años. De hecho, al principio, esas tasas de reposición eran del 10% y del 0% en el personal de gestión administrativa, que era otro hándicap para ofrecer un servicio de calidad. Qué ha cambiado en estos años. Pues nos apretamos todos el cinturón y trabajamos mucho con una enorme implicación de toda la comunidad universitaria. Las tasas no aumentaron, se mantuvieron, las becas volvieron a aumentar e hicimos un esfuerzo para que los estudiantes que demostraran su capacidad tuvieran que abandonar los estudios, y ya tenemos una tasa de reposición del cien por cien.
Pasado lo peor, ¿cómo queda la universidad con respecto a otras de su entorno?
—Creo que la Universidad de Cádiz ha hecho de la dificultad una oportunidad, una virtud, porque gracias a la dedicación no nos hemos resentido grandemente, y hemos intentado dotar de todo lo posible al alumnado. Hemos podido contratar a profesores ayudantes para doctores, para evitar que se nos marchara todo el talento, que se nos ha marchado bastante. Hemos aprovechado nuestras sinergias, como por ejemplo creado equipos de investigación unidos, hemos creado institutos de investigación para hacer de la unidad una mayor virtud. El Ceimar ha obtenido la máxima calificación académica internacional, con lo que entiendo que hay que seguir aprovechando estos procesos para ver dónde somos singulares y dónde somos buenos.
¿Cuántos estudiantes ha perdido la universidad estos años?
—La Universidad de Cádiz no ha perdido estudiantes estos cursos, hemos ido aumentando paulatinamente. Hemos consolidado los estudiantes de grado de primer ingreso, en torno a 5.000 alumnos, pero porque no hemos ofertado más plazas. Hemos cubierto entre un 95 y un 97% las plazas de nuevo ingreso creadas. La relación entre la oferta y la demanda está bastante ajustada, incluso en algunas titulaciones hemos descendido el número de plazas en busca de una mayor calidad de la docencia, como ocurre en Medicina. Los mayores ascensos están en másteres y doctorados. Hemos tenido 1.500 alumnos de nuevo ingreso en másteres, cuando la media estaba en 900 o 1.000. Y obedece a una política de 50 másteres en la que algunos de ellos están muy relacionados con el entorno, que es uno de nuestros compromisos especiales: ofrecer una docencia que tenga relación clara con el entorno o posibles desarrollos profesionales, y están siendo demandados. En el doctorado, en 2011 teníamos cinco y ahora 17, con casi 500 alumnos, con lo que este año rondamos los 7.000 alumnos de nuevo ingreso.
De la mano de la ITI se pretende cambiar el modelo productivo de la provincia, pero si no va acompañado de un cambio en la formación, ¿contemplan novedades en su oferta universitaria vinculada a estos movimientos para acompañar ese modelo productivo?
—La formación que se ofrece en los grados es generalista y especializada. Ahora mismo estamos sometidos a la acreditación de los grados. Viene un comité evaluador para dar informe favorable o no. Es un proceso importante, y estamos en él. Si vamos a tomar alguna decisión la tomaremos cuando terminen esos procesos de acreditación, de manera que nos digan en qué estamos ofertando o no lo necesario. Pero hoy por hoy hablar de un nuevo modelo productivo y hablar de algún que otro grado en humanidades puede parecer chocante, como si una universidad no tuviera que formar a humanistas, sólo a científicos o tecnólogos, teniendo en cuenta un modelo productivo. Cuando el problema del ladrillo, nadie se preocupaba de decirle a la universidad si tenía que formar a tecnólogos o científicos. Las humanidades son muy importantes, hay que formar al alumnado en humanidades. Luego no es un estudio de modelo productivo que vaya a acabar con determinados grados que no vayan a tener una salida inmediata en una empresa.
Pero ojo que añadir no es eliminar...
—Sí, pero creo que no es cuestión de aumentar un número de grados sin tener finalmente una evaluación de lo que estamos ofertando. La Junta no permite ahora aumentar por aumentar, ya que implica pedir infraestructuras, profesorado... y todo eso tiene que estar muy pensado. Podemos crear algún grado mediante la optimización de otros existentes, pero montar uno nuevo, con profesionales nuevos, sería necesario una reflexión mayor. Otra cosa diferentes es el tema de los másteres y los doctorados, ya que nos permite una especialización más concreta.
Hay un debate abierto sobre si el mercado laboral puede absorber a todos los estudiantes que salen de la universidad, ¿cuál es su posición?
—La universidad tiene que dar respuesta y estar comprometida con el desarrollo socioeconómico de la provincia, en concreto, para ser herramienta útil que forme a profesionales que después tengan una aplicación en la que demuestren los conocimientos adquiridos. Hay que ver si la universidad forma a profesionales que luego no encuentran trabajo o si no hay trabajo para los profesionales que exporta la universidad. Yo me encuentro ingenieros, abogados, enfermeros, médicos... fuera de España, luego no es un problema de la universidad, sino de un país que tiene que saber recoger lo que la universidad está formando, porque muchos se han ido fuera.
¿Cuál es el grado de inserción laboral de los titulados en la UCA y qué carreras tienen más salida?
—Hay titulaciones enfocadas a un sector concreto, como las Ciencias de la Salud o Ingeniería, que todos conocemos de su acceso al mercado laboral, pero después hay temas muy sorprendentes, porque cualquiera puede pensar que un egresado de Humanidades o Ciencias Sociales está en el paro y hay muchos que están trabajando, porque no sólo es que alguien te forme para un trabajo, sino que tu formación te permite una versatilidad amplia.
Pero dígame algún dato de inserción...
—En Ciencias de la Salud e Ingeniería son superiores al 90%, en Humanidades y Ciencias Sociales, superiores al 60%. Estamos elaborando un informe ahora.
Le doy tres datos: el año pasado 85.000 jóvenes emigraron de la provincia, uno de cada cinco menores de 25 años ni estudia ni trabaja, y en los últimos años tenemos el mayor incremento de número de jóvenes que no hace nada. Posiciónese.
—Son datos durísimos, que me sugieren que hay que trabajar para solucionarlo. A las universidades se les acusa de que tenemos muchos universitarios, con lo que la solución no pasa por ampliar las plazas. En España la política de formación superior no ha dado respuesta a la profesionalización de las personas, y luego, cuando vienen cargas de trabajo en determinados sectores, cuesta mucho trabajo encontrarlas y hay que ir fuera de la provincia.
Llámese astilleros...
—Por ejemplo.
Los alumnos de Medicina en Cádiz se quejan porque quedan muy por debajo en las evaluaciones del MIR.
—Sí, pero hay un porcentaje de más del 80% que supera el MIR, que también hay que decirlo.
Sí, pero el MIR no basta con aprobarlo.
—Totalmente, pero también es curioso que hay gente que saca muy buena nota y no quiere la especialidad que le dan o quiere otra que necesita nota más baja. En 2011, cuando asumí el rectorada, desde el equipo de canal de Medicina se me trasladaron tres reivindicaciones: la primera era que necesitaban profesorado, la segunda que redujera el número de alumnos matriculados porque tenían masificación y la tercera que mejorara las infraestructuras. Las tres las ha realizado este equipo. Además, no es sencillo para una universidad bajar de 200 plazas de primer ingreso a 155, teniendo más de seis mil solicitudes, y es muy triste, pero es un compromiso con la calidad. Hemos logrado a su vez incrementar el profesorado y se ha invertido un millón y medio de euros en mejorar sus infraestructuras.
¿Qué le diría a la Junta y al Gobierno central en estos momentos pensando en la universidad?
—Lo tendría muy claro, tanto uno como otro, cuando se les escucha hablar de la universidad en los actos en que coincidimos, siempre hablan del importante papel que juegan como motor en el desarrollo socioeconómico del país, lo cual comparto. Pues esto hay que demostrarlo sin recortes, que no somos los culpables de la crisis, porque la crisis ha sido financiera, no del conocimiento, ya que nosotros seguimos enseñando y hay que demostrar con hechos lo que se dice con palabras.
Desde que inició mandato como rector, el modelo de la UCA ha cambiado. ¿Cuál ha sido el papel de su equipo rectoral para los campus de Algeciras y Jerez?
—Cuando llegamos la universidad estaba vertebrada en cuatro campus, que no fue una decisión académica exclusivamente. El de Cádiz y el de Puerto Real tienen una singularidad especial, y eso mismo es lo que hemos pretendido con los de Jerez y Algeciras. El de Algeciras es muy singular porque está la lado del polo industrial más importante de Andalucía y al lado de un puerto de primer nivel. Allí tenemos titulaciones genéricas, porque hay que acercarlas al alumnado de la zona, pero intentamos llevarlo al campo de las ingenierías y singularizarlo con el entorno. En Jerez nos hemos volcado con las ciencias jurídicas, humanidades y con las ciencias sociales y de la comunicación; de hecho, contamos con un edificio que aún no hemos inaugurado que es el IESS, donde habrá ciencias sociales, jurídicas y sobre todo de comunicación. También nos hemos implicado con el tema agroalimentario y con el del turismo.
Uno de los debates abiertos en Cádiz es el relativo al edificio Valcárcel, ¿en qué punto se encuentra esa operación urbanística para proceder a la firma y la del compromiso de financiación?
—Nos falta la Facultad de Ciencias de la Educación en Cádiz y entramos en este debate cuando vimos posibilidades en 2013 para proceder a este traslado. La UCA no está en estas negociaciones, sino Zaragoza Urbana con Diputación y se ha alcanzado un acuerdo. El edificio histórico podría quedar para cederlo a la UCA y la parcela de al lado con un hotel. Ahora aparece la posibilidad de una permuta propuesta por el Ayuntamiento y lo que estamos es esperando. La Junta nos aseguró la financiación y está el compromiso.
Nuestra universidad está en un ranking positivo pero da la sensación de que eso no se capta ni desde dentro ni desde fuera.
—Hay que salir de las aulas, hay que ir a la calle, a la empresa, a las instituciones... Creo que lo estamos haciendo para ganar en proyección social y que se sepa lo que hacemos. Lo hicimos con motivo de la Gran Regata. Nos hemos reunido ahora con la alcaldesa de Jerez para realizar actuaciones en la ciudad y se tenga más presencia en la misma. Y la relación con el entorno económico empresarial es también muy importante, y estamos ejerciendo un liderazgo en la ITI. Constituimos hace dos años una plataforma por la economía azul para reivindicar lo marino de cara a la Junta y la ITI lo ha tenido en cuenta para desarrollar diferentes iniciativas en las que la UCA va a estar implicada para favorecer al desarrollo socioeconómico.
¿Desaparecerán los exámenes de septiembre y se modificarán las fechas para que los alumnos que salen tengan tiempo para matricularse en los másteres en otras universidades?
—Si siguen es porque nosotros creemos que los exámenes de septiembre sirven. Estamos viendo cómo evolucionan en otras universidades que lo están haciendo en julio. Nosotros queremos adelantarlos lo máximo posible y que ello no perjudique al alumnado cuando sale, porque los exámenes de julio están muy indicados para alumnos que van muy preparados de todas las materias y en dos semanas es capaz de adquirir los conocimientos que le faltaban por muy poco. Pero el que decide que de cinco va a ir por cuatro y la otra la deja para el verano, no tiene tiempo. Es una opción muy válida para el alumno que es muy bueno, pero para el que quiere organizarse su tiempo el verano le viene muy bien.
¿Cuál es el reto para estos dos años que le quedan por delante?
—Son varios, pero fundamentalmente uno atañe a materia de personal, ya que quiero dejar consolidado el mayor número de personal posible en profesorado y administración porque es la mejor manera de garantizar una enseñanza de calidad y excelencia, y dentro del profesorado quiero captar talentos en determinadas áreas de investigación en las que tenemos que ser punteros y que están muy relacionadas con sectores de alrededor. Y lo queremos extender a todo el ámbito del desarrollo socioeconómico de la zona. La universidad tiene que ser un instrumento útil para el ciudadano y si además contribuimos a la generación de empleo sería maravilloso.
Pedro Pacheco dijo que la UCA le daba a Jerez las migajas...
—El Campus de Jerez puede que sea de los mejores de España. Hay que ir y verlo y que el alumno opine. El único problema es que no está muy unido a la ciudad. Lo que intentaremos es que la UCA salga de las aulas, hagamos más actividades dentro de la ciudad. En cualquier caso, creo que si Pedro Pacheco dijo eso en su momento es porque la obligación de todo político es pedir lo máximo para su ciudad.
*Entrevista realizada en el espacio A Compás de Ondaluz TV, con la participación de Mercedes Morales, Diego Boza y Francisco José Román.