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Torremolinos

Torremolinos: nostalgia de feria, chocolate y churros

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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La Feria de Torremolinos es un carrusel de añoranzas para nuestros queridos abuelos. Jamás falta en ella la gracia de esa espaciosa y entoldada caseta que reparte alegría en forma de chocolate con churros. No son el chocolate y los churros en sí lo que realmente importa; para nuestros mayores, lo importante es el sabor de los recuerdos que, con los churros, van mojando en la taza del chocolate de las nostalgias… Lo que cuenta para nuestros mayores es la grata memoria que guardan de aquellas ferias de ayer y el sabor de aquel delicioso chocolate con churros que compartían de niños con sus progenitores. Hoy lo comparten con sus nietos y otras personas de su misma avanzada edad, saboreando unidos tan eufóricas y caloríficas glorias alimenticias. Torremolinos los une todos los años para compartir juntos la alegría y el encanto de su Feria.
Muy acertadamente organiza el Consistorio de Torremolinos, durante las fiestas patronales del municipio, una gran merienda de chocolate con churros en la caseta ferial instalada al efecto y a la que acuden todos los años -ilusionados, felices y agradecidos- nuestros mayores. Tan singular atención se suma a las muchas que durante el año dispensa el municipio a los de mayor edad. Así tenemos, entre otras, la "caja de Navidad", dadivosa cortesía que solo Torremolinos ofrece. Y el summum de la generosidad y consideración hacia sus ancianos se enciende en ese particular día del 26 de julio -denominado el "Día de los Abuelos", sin parangón en otros municipios-, en que Torremolinos les honra de manera especial.
Pero nuestros mayores, y los no tan mayores, no tienen por qué esperar a que llegue el tiempo de feria para saborear el típico chocolate con churros. Disfrutar de apetitosas meriendas chocolateras en cualquier churrería se convierte en motivo de improvisada alegría, tal como no se da cuando se toma un simple café en cualquier bar.
La expresión "vamos a tomar chocolate con churros" suena a música de las esferas celestiales. En otras épocas, los internados en orfanatos, hospitales o penitenciarías disfrutaban de las delicias del chocolate, con churros o sin ellos, en los desayunos extraordinarios que tales centros daban en días festivos.
El antiguo Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, institución modelo y hoy Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso, en Torremolinos, celebraba su fiesta anual el 11 de mayo. En ese día inolvidable hacían su Primera Comunión las niñas allí recogidas y el desayuno consistía, cómo no, en la dulzura del anhelado chocolate. Seguro que muchas de aquellas niñas, hoy abuelas, continuarán rememorando las delicias de aquel chocolate, precisamente aquel y no otro, con ocasión de las fiestas de los pueblos donde actualmente viven o cuando celebran sus respectivas onomásticas o se reúnen con sus amigas. ¡Con cuánta más ilusión compartirán juntas tan exquisitos caprichos de diosas cuando se encuentran con alguna de sus antiguas compañeras de colegio!
Con feria o sin ella, en Torremolinos proliferan las churrerías, genuinos oasis de tranquilidad para nuestros mayores. Aquí se disipan tristezas y los dolores parecen aliviarse. Las churrerías son verdaderos analgésicos, auténticos mitigadores de penas. Las churrerías apagan toda una noche de sombras a nuestros abuelos y les encienden un amanecer de gratos recuerdos. ¡Cuánta añoranza y sabor de ayer, cuánta nostalgia de calladas ferias, mueven ellos en una taza de chocolate con churros!

LA FERIA DE LOS ABUELOS
(Poema de Jesús Antonio San Martín)

La feria de los abuelos
no es como la vemos hoy;
bajo la luz de otro cielo,
tiene distinto color.
La de su ayer la ven ellos
de un apagado marrón,
a través del grueso velo
de una añoranza de amor.

La feria de los abuelos
gira en su imaginación:
sueños de niño que el tiempo
no les arrebata, no,
pues guardan en el recuerdo
caballitos de cartón
que aún trotan por esos viejos
caminos de la ilusión.

La feria de los abuelos
no ha apagado aquel sabor
de churros y de buñuelos
de nostálgico sabor.
¿Y aquel chocolate espeso
que ayer los acompañó?
¡Aún lo conserva en su hueco
la taza del corazón!

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