Un lunes siempre es un lunes, aunque sea festivo sin fiesta. Pero un lunes es aún más lunes si cabe cuando llega como epílogo a un fin de semana que nadie recuerda realmente cuándo comenzó. Jerez tiró ayer del comodín del festivo de San Dionisio para aliviar la resaca del inicio de la Feria y las motos. Ya ajustará cuentas el calendario a su debido momento, que para eso están los almanaques, siempre tan apañados e inmisericordes.
Parece de justicia que Jerez disfrute de una jornada festiva en la semana de Feria. Es lo propio, lo natural. Ocurre en cualquier parte del mundo. El hecho que nos diferencia del resto del universo es que en Jerez hacemos festivo al día más tonto, al más endeble, al que menor simpatía despierta entre el común de los mortales. Aquí en Jerez no honramos al viernes, aquí rendimos pleitesía al lunes. Más pronto que tarde alguien deberá recompensarnos por ello.
Y ojo que no será porque no pongamos empeño en barnizar la natural aspereza del lunes, porque por el González Hontoria paseó ayer más gente de la que cabría esperar tras el fin de semana más largo que se recuerda de Torremelgarejo hacia acá. No faltaron reuniones de todo tipo, despedidas de soltera incluidas. Sopló el levante, el albero reivindicó por momentos su papel de compañero patoso e hizo algo de calor. Algo, sin exagerar. Se daban todos los condicionantes para no pisar la Feria y a pesar de todo no faltó gente dispuesta a vencer a la resaca, gente por lo general que cree que lo mejor para vencer a la resaca es unirse a ella...
Otros son más comedidos, más metódicos, más ordenados... Gente que acostumbraba a largarse a un centro comercial de El Puerto o Sanlúcar el día de San Dionisio y que también ha trasladado esa costumbre al lunes de Feria. Como si acaso mañana -hoy- no pudiera comprar aquí lo mismo. En fin, todo sea por preservar tradiciones ancestrales.
Jerez es Jerez, en lo bueno y en lo malo. En el González Hontoria se han celebrado históricamente éxitos futboleros de final de temporada. Este año nos toca celebrar una permanencia en Tercera División, un ascenso a esta misma categoría y una clasificación para la liguilla de ascenso a la División de Honor, anteriormente conocida como Regional Preferente. Si cualquiera que hubiera despertado de una larga resaca de seis o siete años nos viera celebrar estos éxitos con tanto frenesí..., se tajaba de nuevo y hasta más ver. Pues así estamos, y ojo, que podía haber sido mucho peor.
En otros asuntos nos hemos venido claramente arriba. En eso pensaba ayer cuando comprobé que en una caseta cualquiera -de las que se mueven temporada tras temporada en la zona cómoda de una hipotética tabla clasificatoria- se servían las raciones en unas bandejas de cristal tintado de esas que lo mismo sirven para dejar las llaves del coche que para colocar las flores secas de un chino. Cuánto ha evolucionado la Feria. De aquellos platos de plástico a esto. Y lo barato que nos parece ahora aquello...
Me dicen, ojo al dato, que en algunos cacharritos destinados al público adolescente no se da ya una vuelta por menos de cuatro euros. No hace falta que acuda a la calculadora. Si usted tenía pensado montarse con su hijo o con su hija y tiene que multiplicar por dos cada ración de vértigo absolutamente innecesario sepa desde ya que de su cartera pueden volar treinta euros en apenas un cuarto de hora y unos toques de claxon. Sí, nadie dijo que esto fuera fácil..., ni barato. Quédese con el consuelo de que hoy es el día de los cacharritos, habrá descuentos y es posible que esos treinta euros le duren treinta minutos... Es como cuando dicen que Cristiano Ronaldo gana tantos euros por minuto, pero al revés.
La Feria del Caballo se dedica este año al caballo, en una redundancia sin parangón en el universo conocido. Esto es como si Sevilla dedicase su Feria de Abril al mes de abril o Madrid las fiestas de San Isidro al mismísimo San Isidro. A pesar de esa redundancia, Jerez no recupera la asignatura pendiente del paseo de caballos. Al albero del González Hontoria le sobran quizá coches de alquiler y le faltan caballistas. Quizá sea necesario alimentar la afición durante todo el año y no confiar en que florezca por generación espontánea cuando llegue el mes de mayo.
Condimento básico de la Feria es el ruido, ese sonido inarticulado, sin ritmo ni armonía y confuso que uno percibe cuando se acerca al Real y que retiene en su cabeza cuando lo abandona. En el parque González Hontoria se libra cada tarde la batalla del decibelio y no hace falta ya entrar en una caseta para colocarse en la primera línea del frente. Basta mantenerse en la retaguardia, con pasear junto a las terrazas, para constatar lo bueno que le ha salido a más de uno el equipo de música. Tampoco podemos pedirle mucho más a una generación entera que se crió cantando aquello de “haz ruido, hasta que te estallen los oídos..., ruido, ruido, ruido, ruido...”. Pues en ello estamos.
Ya hemos pasado este lunes festivo sin fiesta que celebrar. Los dionis se evitarán la merienda del 9 de octubre y los que acostumbraban a levantar un acueducto entre el día del patrón y el del Pilar tendrán que conformarse con un puente de fin de semana. Jerez ha rendido honores al lunes, a un lunes de resaca de casi todo, al día más flojo de una Feria del Caballo que se vendrá arriba hoy martes coincidiendo con la vuelta al trabajo y al colegio. Para que digan que no somos capaces de llevarlo todo por delante.