Me juran y perjuran que ayer se escuchó una sevillana de Amigos de Gines en una caseta de la Feria de Jerez. Hubo gente que salió corriendo y otra, más serena, que llamó al 112 dando parte de la incidencia. La caseta fue evacuada y puesta en cuarentena. Al lugar de los hechos se han desplazado ya un equipo de arqueólogos y otro del National Geographic. En cuanto el Puito se lleve hierros y lonas antropólogos de aquí y allá celebrarán un congreso de campaña sobre el mismo albero. Será conducido por María del Monte y otros expertos del género. No se descarta que aquello termine convirtiéndose en lugar de peregrinación internacional.
Miércoles de Feria. Miércoles de mujeres, cielo entoldado y ambiente fresquito. El González Hontoria se erigió ayer en última parada de decenas -cientos quizá- de excursiones llegadas desde media Andalucía y Extremadura. Quién lo iba a decir hace apenas treinta años cuando un puñado de mujeres decidió que había llegado el momento de irse a la Feria sin pareja. Cuánto se echa en falta ahora aquella espontaneidad, aquellos jueves -porque esto empezó el jueves, aunque luego se pasó al miércoles- de reuniones casi improvisadas, de “somos más de veintitantos y nos vamos a la Feria, a bailar en las casetas y a beber lo que Dios quiera”.
Nadie se pone ya 'en manos de dios' cuando se va al González Hontoria. Ahora se cierran los menús con semanas de antelación -platos al centro por cada cuatro, primero, segundo, postre y bebidas- y se uniforma a la reunión con lunares y volantes de copia y pega; cuando no se estampan camisetas o pañuelos con leyendas inverosímiles. Son dignas de homenaje y consideración aquellas primeras mujeres que se liaron la manta -o el mantón- a la cabeza y se fueron al parque un jueves de Feria de hace ya un montón de años sin autobuses pagados ni discursos institucionales, sin mareas que las empujaran, lacitos ni brazaletes.
Ayer, el Templete Municipal acogió un encuentro de mujeres promovido por el Ayuntamiento y el Consejo local de la Mujer. A modo de novedad, se entregó a las asistentes un abanico con la leyenda 'Feria en igualdad', dentro de una campaña con el mismo lema “para fomentar un disfrute de la Feria desde la convivencia, el respeto, la diversidad y en definitiva desde la igualdad”. También se les ofreció una bebida y una tapa. De aquella espontaneidad del origen a la institucionalización de las cosas.
Las mujeres son protagonistas absolutas de las primeras horas del miércoles, entre otras cosas porque son las primeras en llegar. Luego ya avanza la tarde y los volantes empiezan a confundirse con un paisaje en el que asoman otros perfiles.
Y ayer se entremezclaron, sin ir más lejos, con un paseo de caballos que pareció venirse arriba con respecto a jornadas anteriores. Estaba el día para eso. El tiempo acompañaba. Desde un enganche la Feria parece otra. Se descubren rincones por los que apenas se pasa a pie..., a veces para bien y otras para mal. Porque a estas alturas nadie podrá negar que el nivel estético de las fachadas de las casetas ha descendido casi a los infiernos. En el parque González Hontoria se están viendo cosas más propias de verbena de barrio que de la Feria del Caballo. El Real tiene metros cuadrados para dar cobijo a lo bueno, lo regular y lo infame. Demasiados metros cuadrados quizá.
Lo de la sevillana de Amigos de Gines me lo contaron, pero lo del “mami qué será lo que tiene el negro” lo viví. Ocurrió la cosa mucho antes de que se encendiera el alumbrado, a esa hora a la que empiezan a hacer efecto los excesos y las casetas toman el ambiente propio de la barra libre de una boda o una despedida de algo. El espectáculo era dirigido por una especie de showman vestido de rosa. La gente jaleaba y se lo pasaba bien. En las casetas más próximas el ambiente era similar. En un contexto como ese suena aquello de “ni te quiero ni te olvido” y puede hasta entenderse que alguien llame al 112.
A eso de las siete de la tarde se marchan caballos y enganches y los paseos se nutren de gente que va y viene sin rumbo fijo. Sí tienen destino claro las mujeres que desembarcaron a mediodía en el Real. Buscan el autobús que les devuelva a Puente Genil, Llerena o Villanueva de los Castillejos. Sin saberlo quizá han sido partícipes de una historia que unas pocas jerezanas iniciaron casi sin proponérselo mucho antes de que el común de los mortales hubiera escuchado hablar de conceptos como el empoderamiento o el heteropatriarcado.
Es el momento de la indefinición previa al quinto encendido del alumbrado, la hora que aprovechan los artistas de la calle para llamar la atención de los viandantes y llevarse unos euros al bolsillo. A los paseos llegan casi a la par el estruendo de las casetas abarrotadas de gente que apenas puede ni bailar y el silencio de aquellas otras en las que ni siquiera se adivina la presencia de un camarero. Unas tanto y otras tan poco. Los misterios insondables de la Feria.
Capital del flamenco, capital del caballo, capital del motor... Jerez se erigió ayer en capital internacional de los volantes y los trajes de gitana. El simposio anual volverá a celebrarse la próxima primavera, un miércoles del mes de mayo.
Por cierto, me niegan que ocurriera realmente lo que me contaron de la sevillana de Amigos de Gines. Las cosas de mi amigo, que bebió demasiado y confundió el deseo con la realidad...