Apenas 62 minutos necesitó la española Garbiñe Muguruza para clasificarse para octavos de final de Roland Garros ante la veterana australiana Samantha Stosur, víctima de un ciclón que se le llevó por delante, 6-0 y 6-2.
En el camino para levantar su segunda Copa Suzanne Lenglen, la favorita número 3 casi no tuvo tiempo de disfrutar del primer turno, su favorito, de la pista central, su preferida.
La eslovaca Magdalena Rybarikova, cabeza de serie 19, o la ucraniana Lesia Tsurenko, 40 del mundo, será su próxima rival.
Golpe sobre la mesa de la ganadora de 2016. No es poca cosa meterle un 6-0 a una finalista en París (2010), tres veces semifinalista y ganadora del Abierto de Estados Unidos (2011), bien es cierto que ahora, a sus 34 años, venida a menos, en el puesto 90 del ránking.
"Es una gran campeona, ha sido finalista aquí y ganadora del Abierto de Estados Unidos, he tenido que jugar mi mejor tenis y tomármelo muy en serio para ganar", afirmó Muguruza desde la pista.
Stosur opuso menos resistencia que en 2016, cuando se cruzaron en semifinales, 6-2, 6-4 para la española que, un par de días más tarde, levantaba el trofeo ante la todopoderosa estadounidense Serena Williams.
En esta ocasión ganó solo dos juegos, uno de ellos con su saque.
No hubo ni tiempo para que el público se aposentara en las gradas. En 24 minutos ya se había anotado Muguruza, de 24 años, un set en blanco y 39 tardó en perder un juego, tras ocho consecutivos de su lado.
Ahí dudó. Y se soltó la raqueta de la australiana, que aprovechó la buena dinámica para romper el saque de Muguruza, que puso todo de su lado cometiendo una doble falta en la primera bola de rotura que concedía. El vértigo de la velocidad.
La reacción fue inmediata. La hispano-venezolana volvió a concentrarse, a recuperar su solidez y enseguida recuperó el "break", para desesperación de Stosur, que ya no sabía qué hacer para existir.
Y no existió, convidada de piedra al festín de Muguruza, que recuerda a las sensaciones de 2016, cuando se mostró implacable en su camino a su primer Grand Slam.
Entonces ya sumó dos 6-0, pero contra rivales de menos entidad, porque su cuadro fue más sencillo hasta la recta final.
Muguruza afronta el torneo cada día como más favorita. El año pasado le pesó la responsabilidad en octavos frente a la francesa Kristina Mladenovic y ante un público hostil, lo que puso en entredicho su personalidad para afrontar pruebas difíciles.
Un reto que afronta de nuevo con la misma pinta con la que ganó en París y, al año siguiente, en Wimbledon, lo que le consagró como una jugadora de grandes.