La copa del mundo, el trofeo que levantará el ganador del Mundial el próximo 15 de julio, llegó a Moscú, tras la mayor gira de su historia, de la mano del alemán Lothar Mathaus, campeón en 1990.
Mathaus, que trabaja ahora como comentarista, fue el encargado de retirar el velo que cubría el trofeo de 6,1 kilos de oro macizo de 18 quilates que se entrega a los campeones mundiales desde que lo levantara Beckenbauer en Alemania 1974.
No se conformó con eso, ya que Mathaus cogió la copa como hace 28 años y la levantó por encima de su cabeza como si acabara de derrotar de nuevo en la final a la Argentina de Maradona (1-0) con gol de Andreas Brehme de discutido penalti en el minuto 87.
"¡Cuidado, Lothar! Que no se te vaya a caer al suelo", le dijo la presentadora del acto que tuvo lugar a escasos metros del Kremlin y de la entrada a la Plaza Roja, cuando el alemán la levantó atrevido con una sola mano.
Cientos de personas, incluido decenas de jóvenes futbolistas, se acercaron el centro de Moscú para ver el trofeo a falta de once días para el partido inaugural entre Rusia y Arabia Saudí (14 de junio).
Todos en busca de la preciada foto que les convirtiera, aunque fuera por una milésima de segundo, en campeones del mundo.
Ahora la copa será expuesta en el parque Gorki y en la Plaza Pushkin de Moscú, donde todo aquel que lo desee podrá hacerse una foto con el trofeo, que, eso sí, será protegido con estrictas medidas de seguridad.
"¡Bienvenidos a Moscú!", dijo Serguéi Sobianin, alcalde de la capital rusa, quien recordó que Moscú ya organizó los Juegos Olímpicos en 1980 y que todos los aficionados tienen garantizada "las sonrisas y la hospitalidad" de los moscovitas.
El 7 de junio el trofeo llegará a su residencia definitiva hasta el final del Mundial, el estadio Luzhnikí, donde se disputará la gran final el 15 de julio.
La FIFA ha entregado en once oportunidades este trofeo, siendo Alemania la selección que más veces la ha obtenido, con tres, seguido de Brasil, Italia y Argentina, todos con dos, mientras que Francia y España lo han ganado en una ocasión.
La Copa de la FIFA reemplazó en 1974 a la Jules Rimet, que Brasil ganó en 1970 en definitiva al ser el primer país en obtener tres títulos mundiales.
El trofeo, valorado en unos 200.000 dólares y diseñado por el italiano Silvio Gazzanigatiene, tiene 36,8 centímetros de altura y representa a dos futbolistas enlazando al mundo en el momento de la victoria.
Los únicos que pueden coger la copa con sus manos son los campeones del mundo y los jefes de Estado, aunque el presidente ruso, Vladímir Putin, se saltó ligeramente el protocolo.
Hace nueve meses al dar el pistoletazo de salida a la gira del trofeo en el estadio Luzhnikí en compañía del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, dejó que los niños tocaran libremente el trofeo con sus manos.
Entre septiembre de 2017 y su llegada hoy a Moscú, la copa del mundo visitó más de medio centenar de países y recorrió casi 150.000 kilómetros, de ellos casi 30.000 en territorio ruso, desde Vladivostok al enclave báltico de Kaliningrado.
La copa inició su singladura en la Rusia europea, en enero pasado viajó al extranjero y el 1 de mayo regresó a territorio ruso en un avión especial de la mano de Gilberto Silva, campeón en 2002 con Brasil.
La gira, conocida como la Trophy Tour de Coca Cola, llevó el trofeo a ciudades de los cinco continentes y permitió a millones de personas ver la copa y fotografiarse con ella.
Mathaus, de 57 años, reconoció a la prensa que siente casi "la misma emoción" ahora cuando puede levantar la copa en un acto publicitario que cuando se alzó con el título en 1990.
Se mostró "orgulloso" de presentar la copa en Rusia, país al que se siente vinculado sentimentalmente, y recordó que el Mundial es una fiesta en la que participa "todo el mundo", desde Europa, a Asia, América Latina, África y Oceanía.
"He seguido todos los Mundiales desde 1974. Participé en cinco copas y la gané en 1990. Además, desde 2002 trabajo como comentarista de la Copa Mundial", subrayó.
A su vez, se mostró convencido de que Rusia está preparada para organizar el Mundial en todos los sentidos, incluido estadios e infraestructuras, lo que fue confirmado por el director del comité organizador, Alexéi Sorokin.
"La gente que decida venir al Mundial verá una Rusia diferente", comentó Mathaus.
Y se mostró a favor de que la selección rusa llegue lejos en el Mundial, ya que eso sería importante para la atmósfera festiva que debe rodear el torneo.