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La auténtica Concha Baras en una hora y pico de espontaneidad

Manolo Casal dirigió la entrevista final a la profesora de baile en el cierre del primer Congreso de Baile Flamenco dedicado a su figura y a su legado.

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Apenas unos minutos tardó Manolo Casal en crear el clima propicio para una entrevista de confidencias, con una Concha Baras haciendo de Concha Baras. O lo que es lo mismo, desarrollando un ejercicio de espontaneidad que es lo que mejor sabe hacer, si no es espontaneidad en sí misma.

El ambiente en el último acto del I Congreso de Baile Flamenco desarrollado durante dos días en el Centro de Congresos, dentro de la programación de La Isla Ciudad Flamenca, estaba creado de antemano. Las hijas de Concha, Sara incluida, a escaso metro y medio de su madre y los demás, amigos y admiradores, como a corro escuchando a la profesora de baile contar su vida con desparpajo.

Su niñez, la relación con sus padres, con sus familiares, con su novio y luego marido y padre de sus cuatro hijos, su apuesta por no quedarse quieta cuando las mujeres de la época daban por hecho un ciclo vital y se paraban…

Toda esa información fue saliendo de las palabras de Concha guiada por Casal hacia un retrato total de la mujer que puso la semilla del baile en La Isla, allá por las postrimerías del siglo pasado y a la que ahora se la homenajea con este congreso que ha sido un testimonio vivo de toda una trayectoria.

Por la mañana habían sido los alumnos de Concha Baras los que habían contado sus vivencias, el fruto de su trabajo y así se cerraba el círculo que se abriera en la mañana del miércoles sobre la vida y obra de la maestra.

Finalizó el Congreso con un homenaje que estaba previsto ofrecerle en una cena en la Venta de Vargas, cómo no, y que suponía el punto y seguido a la consideración de una ciudad a una mujer que lo dio todo por un sueño y la vida le pagó con una hija que hoy por hoy y ayer por ayer, es una de las bailaoras más grandes de entre siglos. Sara Baras, obviamente. 

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