Toros de El Torero, bien presentados, encastados y de buen juego. Corrida brava y enclasada. El más deslucido el sexto. El cuarto de nombre Ojeroso de 509 kilos premiado con la vuelta al ruedo. Juan José Padilla, dos orejas y dos orejas y rabo. Morante de la Puebla, pitos y dos orejas. Octavio Chacón, dos orejas y una oreja. Lleno en tarde calurosa, refrescada con la brisa del vecino Rio Guadalquivir que conmemoraba su anual exaltación.
¡Bien contenta salió la concurrencia de la Plaza de El Pino que registró un lleno. Tarde de triunfos y emociones. Nueve orejas y un rabo de una buena corrida de El Torero.
Tras romper el paseíllo, el público puesto en pie tributó una cerrada ovación a Juan José Padilla. El empresario Carmelo García le regaló al jerezano un cuadro con la reproducción del cartel de su despedida y una placa de recuerdo. El que abría plaza fue un buen toro de El Torero como el resto de la corrida. Padilla lo recibió con una larga cambiada, brillando con un quite por chicuelinas de mano baja. Tras señalar el puyazo firmó un espectacular tercio de banderillas, dos al cuarteo y el otro al violín volcado en el morrillo. La faena de muleta resultó de sometimiento y profundidad al encastado astado, destacando dos series con la izquierda, sin faltar los redondos enrocándose, abrochando con manoletinas. Mató de estocada casi entera. Tuvo el gesto de sacar al ruedo a Manuel Rodríguez El Mangui, acompañándole en una parte de la vuelta al ruedo.
Al cuarto que lo recibió con verónicas despaciosas, quitó por faroles, volviendo a entusiasmar con las banderillas en un alarde de potencia física. Hizo salir al ruedo a su apoderado Diego Robles, al que brindó el toro, cortándole a este el rabo tras una faena solvente, de bellos naturales y variada, aprovechando el ritmo del animal, al que se le dio la vuelta al ruedo. Mató de estocada recibiendo.
Morante no lo vio claro con su primero. Octavio Chacón realizó un quite por verónicas, cerrado con media belmontina para enmarcar. Morante no se acopló con la muleta y tampoco anduvo acertado con los aceros. La traca llegó con el que hacia quinto. No se confió con el capote. Fue el toro ideal para Morante cuajando una faena para el recuerdo. El de El Torero tomó el capote con la cara alta y no humilló, por lo que el de la Puebla on la muleta, lo toreó con hondura y sabor, en series lentas de enorme expresión corporal. Mató al encuentro, paseando el doble trofeo.
Acertada la sustitución de Cayetano, lesionado, por Octavio Chacón que vive una temporada de esplendor, ganada a pulso, tras 14 años luchando en el ostracismo. Firmó una completísima actuación en el primero de su lote al que recibió con sentidas verónicas a pies juntos y abriendo el compás. Realizó dos quites, uno por tafalleras. Tuvo el gesto de brindar a su compañero Padilla. Se fue a los medios, colocándose de rodillas, tejiendo allí una faena de corte clásico, pureza, de alta cota. Acertó en las distancias, aprovechando la embestida humilladora del bravo burraco, que mereció la vuelta. Al ruedo. Mató de estocada. Intachable la actitud y el hambre de triunfo de Octavio que volvió a refrendar con el último, el de más peso y presencia, al que le faltó algo de raza, que terminó defendiéndose, desentonando del conjunto de sus hermanos. La poca transmisión que le faltó se la puso con sincera actitud, el torero de Prado del Rey, arrancándole la oreja.