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Tarifa, paraíso entre dos mares, “la ‘mare’ que parió el Levante...

...y la ‘mare’ que parió el Poniente”. Tarifa ha convertido el viento, inconveniente meteorológico, en una boyante industria en los últimos 40 años

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  • Tarifa ha sabido sacarle el máximo partido al viento. -

Pocos habrán escrito tanto y tan bien de Tarifa en los últimos 40 años como Antonio Burgos. El periodista y escritor hispalense ha narrado en numerosas ocasiones y como nadie el chascarrillo sobre el eslogan turístico que planteó para la localidad “no sé si un alcalde o un poeta local de revista de fiestas” en los tiempos de Manuel Fraga como ministro de Información y Turismo. Entonces, señala el maestro, “se cogió la paleta y se coloreó el litoral” y se crearon “lemas tan redondos como el de Luarca: La Villa Blanca de la Costa Verde”. Pero aquí se inventaron “Tarifa, paraíso entre dos mares”. Burgos relata en diversos artículos que como Tarifa está en la provincia de Cádiz, “tierra de la gracia”, al instante se le dio la vuelta al lema: “Sí, Tarifa, paraíso entre dos mares... la mare que parió al Levante y la mare que parió al Poniente”.  

El viento, no cabe duda, es definitorio de este pueblo. No en vano, Tarifa y Jerez concentran la mitad del total de los parques eólicos gaditanos. Las estadísticas, según indican las páginas especializadas, dicen que a lo largo del año hay una probabilidad del 60% de vientos con más de 4 Beaufort (con una fuerza de entre 20 y 28 kilómetros hora). De mayo a octubre, explican, hay más probabilidad de Levante; el resto del año, predomina el Poniente. El primero es el más indicado para la práctica de windsurf; el otro, el más conveniente para hacer kitesurf.

Tarifa se ha convertido en meca de los aficionados de ambas disciplinas por esta peculiaridad meteorológica y gracias a nombres como el de Roberto Van Looy. Este holandés, ligado intimamente a la historia reciente del pueblo, clave en su desarrollo socioeconómico, llegó a Tarifa en 1966 como director del hotel Balcón de España y en 1970 se hizo cargo del hotel Dos Mares. Desde entonces puso en marcha una fórmula empresarial, ofreciendo servicios y productos en torno a los deportes acuáticos de viento, que hoy son, sin ningún género de dudas, el motor de la creación de empleo con decenas de pymes.

La protección del entorno natural, objeto codiciado por la especulación urbanística durante todos estos años, ha sido fundamental para el éxito turístico. A mediados de 2019, Ecologistas en Acción denunció una nueva macrourbanización, con la construcción de 824 viviendas y hoteles con  1.678 plazas, proyectada en Los Lances que pondría en peligro una de las playas vírgenes más valiosas del sur peninsular. Por esas mismas fechas, la Junta tumbó la modificación del PGOU para convertir el suelo de Albacerrado en urbanizable, donde se levantaría un hotel de 200 plazas, un auditorio y 238 casas. Antes, la movilización ciudadana evitó la ejecución de otro macroproyecto en Valdevaqueros, anulado finalmente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).

Tarifa no solo ha protegido su privilegiado entorno natural, también su valioso legado histórico y patrimonial. El yacimiento arqueológico de Baelo Claudia conserva los elementos más representativos de una ciudad romana y es uno de los atractivos más interesantes de la localidad. Tierra de leyenda, en cuyas orillas el mismísimo dios Hércules plantó sus columnas, la rehabilitación del castillo de Guzmán el Bueno y las murallas ha sido un éxito gracias a la colaboración de las administraciones. Aunque estas mismas administraciones han tardado demasiado en solucionar el problema de depuración. Diez años después de lo previsto estrenó Bolonia su EDAR. Y la duna de Valdevaqueros ocasiona problemas de tráfico aún por resolver entre la carretera A-2325, que une la N-340 con Punta Paloma. Pero el municipio tiene empuje capaz de salvar todos estos inconvenientes.

Tarifa, volvemos a Antonio Burgos, es “como un homenaje andaluz a los cuatro elementos clásicos: tierra de toros bravos a orillas del mar, agua de dos mares que se convierten en pareja de hecho junto a una isla de castillo y leyendas de puñal del bueno de Guzmán; sol que amanece desde el parque natural de Los Alcornocales; y este aire, ascendido a viento, del que Tarifa vive”. Los 40 años de Democracia han supuesto un espectacular crecimiento gracias a sus señas de identidad. Los próximos 40, si Tarifa no renuncia a la combinación perfecta de historia, tradición, sostenibilidad y modernidad, serán aún más fecundos.   

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