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Jesús Carmona: "Queda un trabajo largo para que España entienda el flamenco"

Una semana después de recoger el Premio Benois, considerado el Oscar de la Danza, Jesús Carmona saca esta noche sus "bestias" a bailar en las calles de Cádiz

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  • Jesús Carmona en el XIX Festival Cádiz en Danza. -

Una semana después de recoger el Premio Benois, considerado el Oscar de la Danza, Jesús Carmona saca esta noche sus "bestias" a bailar en las calles de Cádiz, en el marco del XIX Festival Cádiz en Danza. Una cita en la que ha asegurado que a España le queda "un trabajo largo" para apreciar lo "increíble" que es el flamenco.

"Nunca he trabajado para me den premios. Soy consciente de lo importantes que son, y de lo que me pueden ayudar. Son una responsabilidad que se va sumando a las que yo ya tenía conmigo y con el arte. Pero en mi día a día no cambia nada, sigo teniendo las mismas inseguridades y los mismos miedos", dice, en una entrevista con EFE.



Ni bailaor ni bailarín. A Jesús Carmona (Barcelona, 1985) le gusta que le traten como "danzaor". Una denominación que ha tomado prestada de Rocío Molina, y que a él, que bebe del flamenco y el clásico, de la danza contemporánea o de la urbana, le viene mejor porque "lo abarca todo".

Con ese "todo" que él baila, fue galardonado hace una semana con el "Benois de la Danse 2020-21" al mejor bailarín en el Teatro Bolshói de Moscú.

Se convirtió en el segundo español en la historia en obtener este "Oscar de la Danza", que ha distinguido a estrellas como Vladislav Lantratov, Edward Watson, Olga Smirnova o Polina Semiónova, Tamara Rojo y Nacho Duato como coreógrafo.

Hoy ofrece en "Cádiz en Danza" un estreno del trabajo que está creando con el compositor y percusionista Manu Masaedo, "Baile de bestias".

"Es un espacio en el que, a través del micro-movimiento, de la conciencia de donde nace el movimiento, del movimiento involuntario, dejamos salir a algunas de las bestias que tenemos dentro de nosotros a veces. Me apetecía darle voz a esas bestias y aprender a bailar con ellas", cuenta mientras explica que entre sus "bestias" están emociones como "el dolor, la pérdida, la impotencia, la autoexigencia o el desenfreno".

Se trata de un espectáculo en proceso de creación, y "abierto" a ser llevado a todo tipo de escenarios, de la calle al teatro.

Jesús Carmona cuenta que el flamenco estaba "incorporado" en él. "No se muy bien de donde me viene", cuenta este hijo de padres cordobeses que nació y creció en Badalona sin que el flamenco fuera una "pasión familiar" en casa.

"Mi madre dice que cuando estaba en la cuna, o en el carro y oía flamenco en la radio, porque antes se ponía más, me ponía muy nervioso y empezaba a moverme", explica.

"Con 5 o 6 años me encabezoné con que quería bailar flamenco", recuerda

Fue así como sus padres le apuntaron a una escuela de barrio en la que tuvo como primera profesora a Sonia Poveda, hermana de Miguel Poveda. "Mi primera maestra me inició de forma muy sabia, me hizo escuchar mucho cante. A los nueve años ya iba a los tablaos".

A él se la daba bien y sus padres, "sin saber de esto", "hicieron lo imposible, un esfuerzo inmenso" para que Jesús Carmona, uno de sus cinco hijos, siguiera sus estudios hasta lo más alto, adentrándose en la danza clásica, la contemporánea y hasta la urbana.

Premio Nacional de Danza 2020 en la categoría de Creación, Carmona cree que el flamenco "se presta a la convivencia de distintas ramas, nace del mestizaje, le hace bien".

En él la mezcla "ha ido surgiendo de una forma muy natural".

Y asegura que desde que es "libre" para, siendo un flamenco, "dejar volar el baile urbano, la clásica o la danza contemporánea, le va "mucho mejor".

Entre sus sueños está poder tener "una compañía estable con la que dar trabajo a personas de forma estable" y con la que sentirse "libre para crear sin preocupaciones".

Para Carmona el flamenco es "un arte inteligente" que fuera de España tiene "una salud increíble".

"A España le queda un trabajo largo por hacer para llegar a entender lo que tiene, el nivel patrimonial del flamenco, lo increíble que es este arte que nació en nuestra tierra", asegura, mientras sueña con que se pudiera el país pudiera sentir por este arte lo que la danza clásica es, por ejemplo, para el público y la sociedad de Rusia.

"Hay una falta de apoyo de las administraciones a la hora de crear público, de incorporar estas artes en los estudios primarios, de apostar porque los niños se acostumbren a ir a los teatros".

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