En esta noche del Jueves Santo alcalaíno, la Hermandad de los Apóstoles y Discípulos de Jesús, en el año de su 350º aniversario, ha tenido un protagonismo especial, que ha presidido, de hecho, la celebración de toda la Semana Santa. Más que nunca los ojos parecieron admirar con detenimiento las facciones remotas plasmadas sobre las rostrillos, en su presencia siempre mirífica, dentro del séquito procesional. Símbolos como la Santa Mesa y la Santa Cruz de los Discípulos confieren parte de su singularidad a este grupo que, tras atravesar numerosas vicisitudes a lo largo de estos tres siglos y medio de historia, vive en la actualidad un momento de innegable consolidación.
Pero, del mismo modo, decir Jueves Santo en Alcalá es referirse a esa gran noche en la que la Muy Antigua Hermandad del Señor de la Humildad y María Santísima de los Dolores procesiona sus imágenes en ese añejo recorrido que componen el cuadrilátero trazado por las calles Real, Llana, Miguel de Cervantes y Carrera de las Mercedes.
Estamos, también en este caso, ante una de las hermandades alcalaínas que hunde sus orígenes en el siglo XVII, si bien las imágenes de la estación de penitencia datan de 1949, en el caso del Señor de la Humildad, obra del granadino José Gabriel Martín Simón, y de 1939, en el caso de la Virgen de los Dolores, que salió de las manos del imaginero sevillano Manuel Rodríguez Fernández-Andes.
La comitiva procesional del Jueves Santo se completó con la Hermandad del Señor del Ecce-Homo y Jesús en la Columna, con su escuadra de tambores y trompetas, cuyos orígenes se romanean a las tropas de la ciudad, del siglo XVII.