Ya van varios y serios embates de Ecologistas en Acción contra serios intereses económicos, artísticos y ecológicos de Andalucía y en especial de Sevilla. No hace mucho fue la oposición al dragado del rio, la oposición a que el río recupere su profundidad habitual, con el pueril pretexto de la erosión de sus márgenes, como si sus márgenes no llevaran miles de años erosionando, y el más increíble aún de la salinización del acuífero de Doñana, como si el nivel del mar fuera a subir porque se retire algo de fango acumulado en el fondo. Y encima resulta que con las arenas extraídas al fondo se ha regenerado la zona costera del Parque Nacional. Luego fue la oposición a la pesca del cangrejo rojo americano especie invasora que ha terminado con el autóctono y podría haber acabado hasta con las raíces del arroz, si se hubiera impedido su pesca. Esto requiere una pregunta en voz alta: ¿De qué parte está Ecologistas en acción?, incapaz de alzar la voz cuando el gobierno de Rajoy drenó las aguas superficiales del Parque y Pre-Parque, verdadero y esencial alimento para la marisma muro de contención de las altas temperaturas, y las canalizó para arrojarlas al mar, ataque premeditado sin sentido y sin explicación, contra el humedal más importante de Europa.
El humedal es cobijo y subsistencia de varios cientos de especies que en él anidan e invernan. Pero que se sepa E. en A. todavía no han rechistado. Ahora la organización pseudo ecologista se descuelga con un “descubrimiento”: la terminación del metro es un despilfarro ruinoso. ¿No serán ciertas mentes las que despilfarran oxígeno al respirar y exhalar más falacias que sensateces? Todo lo que se mueve expulsa CO2, pero no hay comparación entre un camión de gran tonelaje y la respiración humana y además esta última no es posible disminuir, por ejemplo. Igual de favorable al metro es la comparación entre este y los autobuses, aunque usen gas natural. Y aquí, por partida doble: al menor consumo de oxígeno, al menor envío de anhídrido carbónico a la atmósfera, hay que sumar la menor ocupación de la calzada por vehículos que la deterioran, a la movilidad aportada por el menor número de vehículos en la calle al mismo tiempo, al respeto a los árboles urbanos, a su sombra, a su estética, al cambio positivo de CO2 por oxígeno, al ahorro de tiempo, traducido en mayor eficacia.
El lento tranvía, contra cuya ampliación tampoco se conoce pronunciamiento alguno por parte de EeA, en cambio, requiere un elevado gasto en obras y mantenimiento, a costa solamente del Ayuntamiento de la ciudad, para una repercusión nula, como no sea para crear atascos en los cruces y evitarle al Gobierno su inversión en el metro, una estructura de transporte necesaria en una conurbación de casi millón y medio de seres humanos.
Cabe, por tanto, repetir la pregunta, a ver si alguna vez la contestan: ¿Qué persigue realmente Ecologistas en Acción?