A veces las cosas son más fáciles de explicar de lo que parece. A las puertas de poder superar -esperemos- la crisis sanitaria que tanto dolor y sufrimiento ha generado, la economía de muchos hogares se complica hasta niveles muy preocupantes. La inflación se intensifica también en aquellos bienes y productos cuyos precios no necesariamente vienen marcados por la guerra en Ucrania o la dependencia energética. Esto pasa porque las empresas han repercutido sobre los precios el interés por mantener sus márgenes de beneficios millonarios, a costa del riesgo de afectar gravemente a la capacidad adquisitiva de las familias trabajadoras.
No ha sido posible lograr con las organizaciones empresariales un acuerdo salarial que ofrezca certidumbre y permita que se compense la espiral de precios, favorezca la generación de empleo y contrarreste la desigualdad creciente en nuestro país. Parece que la avaricia empresarial no está a la altura de los acuerdos de Estado y la cultura del diálogo que tanto bien hizo durante la pandemia. La alternativa es intensificar la conflictividad social para que la gente trabajadora consiga llegar a fin de mes pagando sus facturas. A eso vamos.
En Sevilla la mitad de las personas asalariadas no alcanza los 1.000 euros mensuales de renta (salario o pensión). Son hombres y mujeres cuyos trabajos se demostraron como esenciales durante la pandemia y cuyos convenios colectivos, en muchos casos, se están negociando en estos momentos: quienes conducen camiones de mercancías o viajeros, quienes van al campo a recoger campañas agrícolas, quienes nos atienden al teléfono cuando tenemos una emergencia sanitaria o un accidente de tráfico, quienes venden en tiendas, comercios y supermercados, quienes atienden a las personas dependientes que no pudieron prescindir de sus cuidados ni un solo día, etc. Son 250.000 personas cuyas categorías profesionales no superan en algunos casos el Salario Mínimo Interprofesional y que merecen y necesitan que el carácter esencial de sus trabajos se traduzca en salarios suficientes para llegar a fin de mes.
Si la Patronal no rectifica, las puertas de las empresas y las calles de esta provincia se van a llenar de gente cabreada, organizada, convencida de defender su derecho a un salario justo y suficiente.La gente trabajadora va a ganar, vamos a ganar. Vamos a ello.