La Isla sabe homenajear

Publicado: 24/07/2022
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

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No hay porque ser modesto cuando lo conseguido es absolutamente justo y obviarlo hubiese sido una iniquida
Ya hace tiempo que tuve la ocasión de leer una una frase de León Tolstoi en la que se  indicaba que “para quien sabe trabajar y esperar casi no hay cosa imposible”. También me causó profunda impresión una frase de Ortega que emulando a Goethe nos decía que no se puede estimar a un hombre que dejase trasvolar su ayer sin subrayarlo y un mañana sin estar prevenido. Y una anécdota: Cuando nuestro enorme Rector de la Universidad de Salamanca, D. Miguel de Unamuno, recibió de manos del Rey Alfonso XIII la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, respondió de esta manera: Me honra Majestad recibir esta cruz que tanto merezco. El monarca sorprendido le objetó: Don Miguel es usted el único que me ha dicho que merece este galardón. Todos los demás daban las gracias por esa distinción que no merecían. Y Don Miguel le aseveró: Pues créame si le digo que casi todos tienen razón. Con estos ejemplos y lo expuesto en el acto de homenaje, se deduce claramente que el Doctor García Cubillana, es claro merecedor de la medalla que se le ha impuesto y él, aunque muy prudentemente, nos ha dado el hilo de razón que estábamos buscando para confirmar este hecho. No hay porque ser modesto cuando lo conseguido es absolutamente justo y obviarlo hubiese sido una iniquidad. No me gusta ni la falsa modestia, ni la modestia no precisa, porque me parece la virtud del que no tiene otra.  Nuestro homenajeado, el amigo Juan, ha dado todo el caudal de sapiencia y valores que posee en pro de la ciudad de San Fernando. Como él dice, todo lo ha hecho por La Isla a la que no ama, sino que la idolatra y el municipio de su ciudad con su alcaldesa a la cabeza, supo desde el primer momento que se trataba de un ciudadano ejemplar. Patricia Cavada, inteligente, universitaria y responsable, recogió muy bien el testigo que se le presentaba y comenzó la carrera que el pasado viernes concluyó con la imposición de la Medalla de la Ciudad. Cuando el silencio y la madrugada hacen de la verdad “dogma”, nuestra alcaldesa recibirá la mejor y más sincera felicitación de su almohada -implacable crítica - no solo por el deber cumplido, sino por la promesa respetada y realizada. Triunfar en la sociedad de modo aberrante lo hemos hecho sinónimo de persona eficaz, gran profesional, es decir “que sirve, que es útil”. El currículum son los folios que manifiestan nuestra valía. Pero las cosas que esta misma sociedad considera no eficaces o rentables, son sin embargo las que mayor estima y más excelsa y sublime, hacen a la persona. Es el mundo de los sentimientos.

Estamos demasiado acostumbrados a creer que para vivir y sobre todo emerger en esta sociedad actual, se precisa tener mal corazón, buen estómago capaz de digerir las más burdas opiniones o ideales y “moneda”. La sombra de Maquiavelo se alarga. Juan García Cubillana es el anverso de este concepto. Es un hombre ejemplar, es decir ha alcanzado lo más alto que a hombre o mujer la existencia puede permitirle. Pero no es porque él, lo haya proclamado “a bombo y platillo”, como estamos acostumbrados, sino porque se ha entregado apasionadamente a su profesión, a su vida familiar y a su vida de relación con los demás. Lo ha hecho por exigencia de su propia alma y ha alcanzado un grado de perfección que ha sido durante su larga trayectoria ejemplo para todos. Por eso digo que es ejemplar. Ahora a sus noventa y tres años, Juan es poseedor de una riqueza, que “la materia” es incapaz de proporcionar. Amor, ternura y caricia de su familia. Respeto y reconocimiento de los habitantes de su ciudad. Honores de su municipio, cariño y vanagloria de sus amigos que consideran, individualmente, que su amistad es como tener un alma en dos cuerpos, pero sobre todo tiene un azul claro y limpio, un firmamento donde los ojos de una mujer amada y una hija que marchó hacia el cielo, guían día a día su existencia y exponen al Altísimo, la calidad y magnanimidad que nuestro homenajeado posee. La historia de La Isla con él, se engrandece.  El Teatro de las Cortes, ahora enaltecido con el título de Realeza, no olvida que fue “cómico”, lo que le ha hecho experto en saber discernir entre lo “fantoche” -que tantas veces tiene que soportar- y lo “auténtico” vivido el viernes, se ha emocionado al oír las voces entrecortadas por el enternecimiento y ver lágrimas recorriendo arcos cigomáticos de personas turbadas por la conmoción que el acto en si aprisionaba. La organización alcanzó una altura sobresaliente. La audiencia –que completó aforo- demostró que San Fernando no es un pueblo decadente ni falto de audición cuando la música tiene un pentagrama ejemplar y verdadero. Un día sublime en la historia de nuestra Isla, que lo hicieron posible las cualidades y calidades de Juan García Cubillana y la disponibilidad y afecto de Patricia Cavada Montañés.

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