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Viernes 19/04/2024  

Lo que llega

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Llegadas estas fechas , los padres de retoños mañaneros de menos de tres años, pululan por las cercanías de los mejores colegios, en busca de la tan ansiada plaza. Es procesión corriente tras la semana Santa y peregrinaje obligatorio de nervios y ofuscaciones, de malos ratos y tergiversaciones , porque siempre hay alguien que queda descontento y malparado. Sabemos que, en esta vida, quien no se resigna busca terceros caminos, recovecos ilegales por donde colar lo incolable , a costa de lo que sea, perjudicando a muchos, incluidos sus propios hijos.

 




No hay año- o sitio- donde no haya papeleo y trifulcas, donde las plazas restringidas, sean-no ya pedidas- sino exigidas , como derechos propios, no a una educación, que es normal y legitima, sino, a esa educación. Es curioso también, que, si vienen a darse cuenta, esto también es producto -un poco y un mucho -de modas y dictámenes sociales, como el largo de la falda de Letizia o sus súper tacones, porque si han leído prensa últimamente, habrán visto que este año, colegios tan requeridos como San Felipe Neri que siempre destaca, no por la gente que admite, sino por los que se quedan fuera , ahora ha ido casi a ras, en peticiones y accesos, cuando en otras ocasiones ha sido protagonista de las páginas de los periódicos por pedir más líneas infantiles-porque no daban abasto con la demanda- o por padres protestando por la no admisión de los críos.

En cambio, como les decía, este año ,no, y tampoco ha habido problemas en otros colegios tan señeros y del gusto de la buena gente de Cádiz. Nuestros analistas lo justifican en aras de la menor natalidad en la capitalidad , mientras que en los municipios vecinos, llamémosles san Fernando, Jereles o mismamente el Puerto de Santa María, los nuevos colegios, asentados en las zonas de nueva expansión, con pisos o unifamiliares, nuevecitos y con parejas jóvenes, están de bote en bote y con rechazo de admisiones de más de treinta y hasta cuarenta plazas .

Parece que Cádiz se está volviendo viejecita y arrugona, porque los jóvenes se van a poblaciones cercanas a hacer su vida, y pasan tres cuartos y un octavo de vivir en ella, porque encuentran una forma más barata, más libre y con menos impuestos, con mejores plazas de aparcamiento y mejores colegios, más jardines, mejores accesos, a muy pocos kilómetros. Quizás sea porque se ha perdido el norte y era de pena el otro día , con todo abarrotado de guiris , armados de chanquetes en los pies y tarjetas en mano, pero con cuatro comercios abiertos, y es que quizás Cádiz se esté volviendo la Vetusta de Clarín, con dientes podridos y rotos de comercios de toda la vida muertos y enterrados en el olvido y el casco histórico con suelo peatonal , pero sin las caras conocidas , que te hacen sentir viejo y cansado, sin tener edad, ni haber hecho ningún esfuerzo, más que recordarte con el pichi azul y los zapatos gorilas y coger la ventolera de todos los viernes , que parecía anunciar el fin de semana y la bocina de los barcos a lo lejos y saber que el tiempo ha pasado y Cádiz , que es muy antigua , se duerme y los guiris parecen perdidos , con caras interrogantes y pajizas y falta gente , mucha gente , que hizo mucho bueno, desde abajo, a pie de mostrador, durante toda su vida, convirtiendo su negocio en una vocación, un peregrinaje, sin Semana Santa , de generaciones, de sagas enteras, filas de gente que ahora vuelan a otros sitios donde criar a sus hijos, más lejos o más cerca, pero fuera, dejando a Cádiz despoblada y quieta, asomada, como las ancianas de la Viña a sus balcones y a sus macetas ,con los brazos, blancos por la cal o morenos por la brisa, hincados en la vida que se aleja, sin esperanza, ni tregua.

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