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Jueves 25/04/2024  

Una feminista en la cocina

Cádiz se muere

Con tanto turista nos hemos enrocado en el asfalto y las fiestas, para no darnos cuenta de que los viejos se hacían más viejos y los jóvenes se iban a trabajar

Publicado: 21/02/2023 ·
08:43
· Actualizado: 22/02/2023 · 15:12
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Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Una pareja de ancianos.

Demográficamente hablando, caemos en picado. Con tanto turista nos hemos enrocado en el asfalto y las fiestas, para no darnos cuenta de que los viejos se hacían más viejos y los jóvenes se iban a trabajar a otros lares. Las estatuas de nuestros antepasados fenicios brillan desdentadas en museos, mientras nuestras ganas de folklore carnal no aumentan el censo. Los anticonceptivos han sido siempre bendición de pobre, excepción hecha de cuando se intenta buscar conciliar las clases de preescolar, sin que haya infantes para cuadrar el asalto.  Los niños escasean, las niñas también. Solo tienen descendencia los muy jóvenes o las muy viejas. Ya lo dijo un conocido ginecólogo en los años que la auxiliar de farmacia de Mozo y yo estábamos preñadas por primera vez. Ya no están ni aquel ginecólogo, ni aquella farmacia esquinera, y lo que es peor o mucho mejor, nuestros embriones se han hecho casi treintañeros.

Ese es el problema de la natalidad…que crecen y se evaporan. Cádiz se ha convertido en la tacita de Disney, rechoncheta y falsa, con cruceristas vomitados del muelle que trasiegan las calles con el mismo afecto que un facultativo te hace una colonoscopia. A las ciudades hay que quererlas desde la sillita de paseo; Hay que mamar rayos de sol que se escancien desde los tejadillos apaisados, hay que ir a rezar aun siendo ateo y escuchar una de esas peripatéticas conferencias culturetas que da cualquier esmayao para mayor gloria de lo que fuimos un día. Por Cádiz hay que sufrir sin hemoal. Porque eso es Cádiz, Carnavales aparte, Semana Santa aparte y veraneantes y cruceristas apartes. Rancio de humedad y duermevelas, de palomas cagarronas y gente que parece sonreír cuando solo esboza una mueca de asco. Idiosincrasias aparte nos morimos, demográficamente hablando, porque no fecundamos y eso tiene rápida y fácil solución. No de Kichi que tiene prole numerosa, y tampoco mía, que también. Más bien de las famélicas legiones que se tienen que ir porque no tiene dónde estudiar lo que quieren, de los que huyen porque no encuentran donde verter sus posibilidades laborales porque no somos Madrid, ni falta que nos hace. Pero de sol y playa no se come más que si eres pez y estás en la lonja para que te vendan al mejor postor.

Lo mismo a los que les importamos como pueblo derramado de Astarté deberían buscar soluciones. O no, vete a saber. Tampoco es tan tremenda la extinción gaditanera y así -por fin- los jerezanos podrían decir que tienen playa.

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