Echadle una manita, por favor

Publicado: 11/06/2023
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Sin embargo, al que hizo la última obra se le fue la cabeza y olvidó darle una terminación decentita y vistosa
Ayer estuve reflexionando en el manicomio sobre las cosas tan extrañas que hay que ver en La Isla y las que tenemos que aguantar, aparte de lo ya aguantado. Y pensando, pensando, llegué al Castillo de San Romualdo. Hasta el más tonto sabe, y mira que hay tontos aquí, que La Isla es más bien de salinas, no de castillos. Sin embargo, para una vez que tenemos uno, lo mantenemos despeinado, con la cara sin lavar y con los calzoncillos sucios. Hay que tener en cuenta que ya fue declarado Monumento Histórico Artístico y que hoy es un Bien de Interés Cultural, aunque al personal le hablas de Cultura y se pone de perfil, porque prefiere tener Bienes de un Interés que llene los Bolsillos.

El Castillo fue construido hacia el siglo XIII frente al Puente Zuazo para defendernos de la enorme cantidad de enamorados de lo ajeno que siempre ha venido por aquí para intentar apropiarse de nuestra cuna por la misma cara. Después ha servido para albergar un convento, viviendas particulares, una cristalería, un restaurante…, y no pusieron allí un Muelle, porque no hubiera encajado San Romualdo en un lugar tan pecaminoso.

Sin embargo, al que hizo la última obra se le fue la cabeza y olvidó darle una terminación decentita y vistosa. Al Ayuntamiento le puede pasar lo mismo, que se le van cayendo los caliches y al final la mayoría absoluta va a tener que darle una absoluta manita de cal o de lo que sea.

La vida de San Romualdo, Abad, no tiene desperdicio. Me he tirado muchas horas en la biblioteca del manicomio leyendo su fantástica biografía. Y he visto que Romualdo murió un19 de junio, por lo que dentro de unos días el Ayuntamiento debería darle el pésame a la familia.Romualdo nació hacia la mitad del siglo X, y la primera tontería que se dice de él es que murió a los 120 años, cosa imposible, a no ser que hubiera tomado un Actimel cada cinco minutos. Llevó una vida muy arrastrada, aunque venía de familia acomodada. Pero es que vio un día cómo su padre se cargaba a un pariente suyo en duelo y se quedó espantado. La salida que tenía este tema en aquellos tiempos era el convento, todavía no sé por qué, habiendo otras soluciones. Por eso se fue a la montaña de ermitaño con el probe Miguel. De modo que, cuando dejó la cueva, se puso a fundar conventos como churros por toda Italia. Su monasterio más famoso es el de Camáldoli, de 1012.

Algunos de los que escriben estas biografías de santos nos tratan como a disminuidos profundos irrecuperables, por la cantidad de pamplinas que nos largan. En una de ellas nos cuentan el calvario que tenía este hombre con las cosas del sexo. Como no quería saber absolutamente nada de las mujeres, lo pasaba fatal y estaba todo el rato luchando con las tentaciones y aburriendo al mismo demonio. Calculo yo que el nombre de Castillo, diminutivo de casto, se lo antepusieron a San Romualdo (el castillo Romualdo) por considerarlo un enterado y por la obsesión enfermiza que sufría manteniendo la castidad contra viento y marea. Ya me está doliendo el tarro. Aunque corre por ahí una oración a San Romualdo que dice: “Haz que merezcamos llegar felizmente al Reino de los Cielos”, los locos nos conformamos con llegar felizmente a verque a su Castillo le echan una manita y lo ponen decente, porque lo que se contempla al llegar a La Isla, junto con la ruina de la Cruz Roja, es un auténtico mamarracho.

 

 

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