El pasado domingo llegaron a Cádiz los 33 niños bielorrusos que compartirán cerca de dos meses con familias gaditanas. El objetivo es someterlos a un plan de saneamiento, que disfruten de actividades que no pueden realizar en su lugar de origen y que desconecten de sus problemas durante unos días.
Pero todo no es color de rosa. Si este año ya ha costado, para 2011 se antoja más difícil que nunca que estos niños puedan volver a Cádiz. El problema en este caso es el dinero. La maldita crisis ha provocado que la hermandad pierda el 60 por ciento de la subvención que tenía para este programa y cada vez cuesta más encontrar entidades que lo quieran financiar. Así lo explicó a VIVA CÁDIZ el consiliario de Caridad de la cofradía, Juan Manuel Graván.
El menor problema es encontrar familias de acogida, porque según Graván Cádiz es muy solidaria y siempre están dispuestas a compartir lo poco que tienen. Y eso que supone un gran esfuerzo, porque estos niños vienen con un programa de actividades ya fijado, financiado por la hermandad y por las familias.
La cofradía ya está trabajando en el programa del año que viene, pero está complicado. Si no queda otro remedio, se plantearán la posibilidad de cobrar una mensualidad a las familias para poder pagar el viaje de cada pequeño, que viene a costar unos 700 euros de media.
Pero éste será el último recurso. La cofradía está dispuesta a multiplicar sus galas de caridad y sus actos benéficos para conseguirlo.